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ELECCIONES EN BRASIL

El candidato a la reelección deja su arrogancia para ganar los sondeos

"Cardoso empezó la campaña como un rey, sentado en su poltrona sin hacer nada. Estaba convencido de que iba a ganar, como si el electorado le hubiera otorgado de antemano el papel de ganador de las elecciones", explica una periodista brasileña con estrecha vinculación con el círculo presidencial. Era cuando el candidato a la reelección se permitió decir: "Quien tiene más de 50 años y no trabaja es un vagabundo".La arrogancia de Fernando Henrique Cardoso se desvaneció de golpe cuando las encuestas dieron la voz de alarma. El candidato del bloque de izquierda y líder del Partido de los Trabajadores (PT), Luiz Inacio, Lula, da Silva, se hallaba pisando los talones al presidente en cuanto a intención de voto. Era el mes de junio. Cardoso movilizó a sus huestes, llamó a los periodistas y dejó a un lado la arrogancia. Se acabaron sus alardes políglotas, ya no empezaba sus declaraciones en algún idioma extranjero, y dedicó atención a la radio. Lula, los medios de comunicación y la crisis económica hicieron el resto, hasta conformar la situación actual, en la que el presidente encabeza las encuestas con una diferencia de 23 puntos respecto de su rival.

"Lula construyó una base sólida en el electorado, pero no consigue ampliarla", ha dicho José Augusto Guilhon, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de São Paulo. Frente al discurso rápido y la imagen de hombre preparado que cultivaba Cardoso, Lula no acertaba en el tono o, tal vez, en el mensaje para romper la animadversión que despierta en amplios sectores de Brasil, no sólo en las clases acomodadas.

Alianza equivocada

Su alianza con el exgobernador de Río de Janeiro y dinosaurio de la política brasileña, Leonel Brizola, no ha dado buenos resultados, en términos electorales. En la primera vuelta de las elecciones de 1989, el 28% del electorado votó por las candidaturas de Lula y Brizola. Los últimos sondeos les atribuyen ahora poco más del 20%.Los medios de comunicación han apostado abiertamente a favor de Cardoso. En un país de 164 millones de habitantes, con un bajo índice de lectura -la circulación del mayor diario, Folha de São Paulo, es de 700.000 ejemplares-, el panorama mediático está dominado por la cadena Globo de televisión, que ha sido implacable, no tanto por sus críticas al candidato Lula, sino por ignorar su existencia y silenciar durante buena parte de la campaña el impacto de la tormenta financiera en Brasil.

Por último, la crisis económica, que en cualquier otro país habría pasado factura al presidente en ejercicio, ha tenido en Brasil un efecto contrario. Cuanto peor era la situación, mayor era el grado de aceptación de Cardoso entre los ciudadanos. Demasiadas adversidades para un candidato como Lula, que, más allá de su honradez política, no ha sabido sacudirse la imagen de perdedor.

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