Ruiz-Gallardón 'Opus 3'
Si Alberto Ruiz-Gallardón ejerciera como director de orquesta, podría decirse que la pieza que ayer estrenó ante consejeros y diputados regionales, un poema sinfónico titulado Opus 3 -se trataba de su tercer discurso de tanta envergadura-, era de elaboración muy técnica y con una estructura interna muy calculada. Como si el tempo interno de la oratoria se lo marcara un reloj de precisión, igual que en una marcha martilleante, ese músico que Ruiz-Gallardón lleva dentro fue pasando de un pasaje al siguiente en bloques con un minutaje siempre múltiplo de cinco.El espacio que invirtió en desarrollar los temas de cada una de sus siete consejerías, tantas como notas de la escala, puede dar idea de la relevancia que Ruiz-Gallardón quiso atribuir a cada movimiento de su tercera gran obra. Tras una obertura de 20 minutos consagrada a cuestiones genéricas y relaciones institucionales del Gobierno madrileño, el presidente-director regional irrumpió con toda la fuerza de los metales en el terreno de la economía y el empleo, la cartera a la que dedicó el periodo más generoso de su composición: media hora exacta.
Los compases de Presidencia y Hacienda le sirvieron al maestro de interludio, a razón de 10 minutos por pasaje, para modular hacia una tonalidad decididamente mayor: Obras Públicas, Urbanismo y Transporte (no en vano, por ahí anda Arpegio), con 25 minutos de discurso allegro ma non troppo, porque las distorsiones del Parque Temático impedían una alegría mayor.
Sanidad se llevó 20 minutos de la sinfonía; otros 20, Educación y Cultura, y 15 más, Medio Ambiente. Pero la apoteosis final estaba aún por llegar con 25 minutos pletóricos de promesas. ¿O sería de fanfarrias?
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