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Blair invierte 27.000 millones de pesetas en la batalla de la lectura

La campaña contará con la participación de atletas e incluirá escenas en series televisivas

Isabel Ferrer

El Gobierno del Reino Unido se ha propuesto intentar cerrar para siempre un bochornoso libro de cuentas: uno de cada cuatro británicos adultos es incapaz de leer o escribir con propiedad, y el 40% de los escolares de 11 años están por debajo de la media exigida para su edad en los exámenes de inglés. Toda la nación ha sido invitada a celebrar el Año de la Lectura, una iniciativa en la que se invertirán más de 27.000 millones de pesetas y que contará con la ayuda de famosas estrellas de la televisión."Es una campaña de alfabetización abierta a todos. Padres, abuelos o amigos pueden leer a los menores o ayudarse entre ellos", en palabras de su titular, David Blunkett. El libro escogido es lo de menos. Relatos épicos, aventuras infantiles y juveniles o superventas, cualquier volumen sirve siempre que los lectores comprendan su contenido. "La lectura es uno de los fundamentos del conocimiento", sigue Blunkett, buen conocedor de los problemas que acarrea tener dificultades para dominarla. Él ha sido el primer ciego que accede a un ministerio en el Reino Unido, y sus ayudantes leen y graban a diario toda la información que precisa y no esté escrita en Braille.

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Su plan, presentado en Queen Vic, el pub de la serie televisiva de la BBC EastEnders, cuenta con un fuerte apoyo presupuestario. Cada escuela británica recibirá, en primer lugar, un bono de 1.000 libras (250.000 pesetas) para comprar nuevos textos. Cerca de 60 millones más (15.000 millones de pesetas) sufragarán la hora de la alfabetización, ya obligatoria en los centros de primaria.

A todo ello deben sumarse los 23 millones de libras (6.000 millones de pesetas) facilitados a los centros docentes en enero pasado para que abrieran o completaran sus bibliotecas.

A disposición de los progenitores habrá una línea telefónica gratuita de ayuda y folletos explicativos. "Intentamos atraer sobre todo a los padres, porque las madres siempre han leído a sus hijos. El modelo paterno tiene que ser doble, si no el niño tiende a considerar los libros un pasatiempo de niñas", ha advertido el ministerio.

El pasado año los peligros de dicha actitud quedaron bien patentes. Un sondeo internacional centrado en el índice de alfabetización de ocho países industrializados, dentro y fuera de Europa, situaba al Reino Unido en antepenúltimo lugar.

Según la Oficina Central de Estadística, además, 8,4 millones de adultos en edad de trabajar (un 22% de la población) no sabe comparar dos textos similares al no entender su contenido. "Todo ello demuestra que necesitamos modificar la tendencia actual a despreciar los libros y recuperar su valor intrínseco", ha reconocido Estelle Morris, secretaria de Estado para las Escuelas.

En su afán alfabetizador, el Gobierno laborista ha hallado en la imagen el mejor aliado para la causa libresca. Una campaña publicitaria televisiva evaluada en 500 millones de pesetas tratará de llegar a los menores que prefieren sus nuevos videojuegos al viejo placer de la hoja impresa. "Las niñas leen y los chicos consideran dicho hábito casi afeminado. Los teclados, por el contrario, se han masculinizado tanto que muchos niños sólo leen en la pantalla de su ordenador", observa John Sutherland desde las páginas de opinión del rotativo The Independent.

Recuperarlos para la causa será también tarea de deportistas como el corredor Lindford Cristhie o el entrenador Alex Ferguson, del Manchester United. Si el deporte les gusta, nadie mejor que los atletas o sus guías para llevarles hasta la estantería más próxima.

Las ventajas de los culebrones televisivos, el otro vehículo alfabetizador recién adoptado, no convencen, sin embargo, a la oposición conservadora. "Todo esto es una pesadilla orwelliana. ¡Cómo van a aprovecharse los guiones de series famosas para pontificar así! ¿Qué vendrá luego, la propaganda del euro en Coronation Street?", clama Peter Ainsworth, portavoz tory de Cultura. Dicho programa, que lleva en antena varias décadas y atrae audiencias millonarias, incluirá secuencias en donde se destaque la lectura.

Al fino oído de David Blunkett no se le escapa que un telespectador avergonzado por sus tropezones al leer puede sentirse muy acompañado si sus personajes favoritos sufren el mismo mal, aunque sea en la ficción. Si el poder de atracción del proyecto es suficiente, pasar las páginas de un libro no deberá resultar cursi o doloroso para quienes, por motivos bien distintos, sólo disfrutan ahora escuchando.

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