"La raíz latina hace al rock más verdadero y nuevo"
Héctor y Andrea, Andrea y Héctor, son dos inquietos bogotanos que han pasado de engrosar las filas del movimiento hardcore y punk, cuando respondían al nombre de Delia y los Aminoácidos, a pregonar una propuesta en que ritmos sabrosones se hermanan con bases levemente deudoras del trip hop; una nueva orientación musical en que boleros, pop y rock se dan la mano con naturalidad. Dicha transformación se refleja en los cuatro discos que han grabado como Aterciopelados para la multinacional BMG. El último, Caribe atómico, será la base del concierto que ofrecerán el próximo sábado en La Casilla bilbaína. Pero no llegan solos. Son parte de una gira que, bajo el epígrafe Calaveras y diablitos, les presenta junto a Los Fabulosos Cadillacs argentinos (autores del éxito El matador), Maldita Vecindad y los Hijos del Quinto Patio (rock mestizo desde México) y la también mexicana Julieta Venegas. Previamente a recalar en la capital vizcaína,Valencia y Sevilla serán testigos de sus excelencias. Después les tocará agradar al público barcelonés, madrileño y zaragozano. La cantante Andrea hace de portavoz del hoy cuarteto colombiano. Pregunta. ¿Qué puede contar de Delia y los Aminoácidos? Respuesta. Bueno, eso fue como por los noventas. Hector venía de una banda de hardcore que se llamaba La Pestilencia y yo venía de otro ambiente. Estudié arte y digamos que eso era a lo que me dedicaba. Pero entonces la cosa tenía, de todas maneras, mucha influencia como un poquito punk. Fue el inicio de todo y era como muy libre, nadie pensaba en discos ni en nada. Igual se tocaba con sonidos horrorosos, pues las condiciones eran nulas, pero fue un momento clave para el rock colombiano. En el 89 o por ahí hubo como una fiebre de rock en español y se oía muchísimo a los chilenos Los Prisioneros, Los Toreros Muertos, Hombres G... Las emisoras empezaron a poner también un poco de rock en español y la gente tenía ganas de tocar. Era una buena época. Pienso que tanto los grupos españoles como los mexicanos fueron los que abrieron las puertas de la radio y un poco también del gusto del público. Antes todo era muy anglo y eso fue lo que empezó a abrir la posibilidad de un auténtico movimiento en español. P. Pero sus influencias han variado con el paso de los años. R. Pienso que sí, como que uno va cambiando de gustos. Ahora oímos mucho trip hop. A Héctor le gusta, por ejemplo, Radiohead, Tortoise y la música electrónica, cosas más modernas. Aunque, de todas maneras, la influencia de música como boleros y rancheras no cambia. Mi mamá fue la que me enseñó a cantar y mi cantar siempre tiene como un poquito de ese lado. P. ¿Qué destaca del álbum Caribe atómico? R. Es nuestro mejor disco. Como conjunto, no sólo las canciones y el sonido, sino también la carátula, el vídeo y toda la propuesta estética alrededor. Es moderno, pero también es tradicional. Tiene un sonido contemporáneo y es como redondo. Todos nuestros discos habían sido muy eclécticos pero este tiene como una unidad, es como más depurado que todos los anteriores. Es bueno. P. ¿El actual auge del rock latino es únicamente una moda pasajera? R. No creo que sea una moda. Creo que está pasando por un momento muy bueno que es resultado de muchos años, de un proceso y de un desarrollo. Pero da la casualidad de que en este punto hay muchas propuestas buenas y, de alguna manera, innovadoras. La raíz latina hace al rock más verdadero y nuevo. El hecho de poder juntar influencias tan diversas hace que la cosa sea como fresca, como nueva. Eso hace que los ojos de mucha gente se volteen a mirarlo, pero creo que es más profundo que una moda. P. ¿La vida en Bogotá es peligrosa? R. Yo creo que es normal. Uno tiene que saber por qué calles no caminar y a qué horas no caminar. Hay ciertas zonas por las que sí hay que estar más atento, porque lo roban a uno o algo así. Es un país pobre y la gente lo hace, más que por mala, por necesidad. P. ¿Qué recuerdos guarda de la gira española como teloneros de Héroes del Silencio? R. Fue una experiencia que estuvo buena. Digamos que había conciertos lindos y otros un poco horribles, pero estuvo bueno porque uno coge fuerza, fortaleza; se sube y toca su música así todo el mundo quiera oir a otra persona y así no les guste. Gritaban "Héroes, Héroes" todo el tiempo y por ahí alguno me insultaba. Pienso que el público y la estética de los dos grupos son casi contrarias, entonces era muy raro que a todos esos señores con camiseta negra les fuera a gustar yo. Estaba difícil. P. ¿Por qué eligieron el nombre de Aterciopelados? R. Básicamente fue que nos cansamos del otro. Nos pareció como muy boleta, en cierto punto, y lo cambiamos. Aterciopelados nos gustaba. El terciopelo tiene como unas relaciones, una simbología que es buena. Por un lado hay una tela elegante y, por otro, está el terciopelo barato. Allá éste se usa, por ejemplo, para los sufragios, que es lo que mandan cuando se muere la gente. Y los buses, por ejemplo, los forran todos por dentro con terciopelo. Es un buen material.
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