En vela a las puertas de mi facultad
Ya me siento más descansada después de dormir, por toda una noche en vela a las puertas de mi facultad. Descansada, apenada y sorprendida.La noche del 6 al 7 de este mes no quise pegar ojo aguardando, a los pies del edificio de Ciencias de la Información, a que abrieran y me sellaran un sobre para mi matriculación. Unos 1.400, dejando aparte el madrugón de "los menos espabilados", compartimos insomnio, condumios y juerga, muy extinguida ya a las seis de la mañana. ¿No resulta triste que las causas de aquel encuentro y ambiente entre tanto alumno de periodismo fueran tan primitivas y fastidiosas? Me desconcierta que en una facultad donde se repite tanto el papel de la información, los medios audiovisuales y la publicidad, los interesados nos tuviéramos que enterar del cotarro de forma lenta, insuficiente, "pasando la bola" y a gritos.
Pobres los estudiantes que, con la mejor garganta y voluntad, pero sin salvarse de la chapucería, se lanzaron a organizarnos y disponernos en fila.
Pobres quienes andaban con exámenes, quienes tenían que trabajar el lunes, los rezagados y quienes tuvieron que limpiar el césped afeado con descuido y pasotismo (menos mal que los jóvenes somos tan ecológicos).
Y pobre de mí, que me pasé de ingenua al creer que, con las fechas que corren y en el país en que estamos, las prácticas así eran historia.
De acuerdo: tomemos conciencia de todos los que tenemos que matricularnos y sigamos en la idea de que elegir el turno y las optativas deseadas bien merece un esfuerzo. Pero cambiemos el método; sustituyamos estas maneras baldadas de información y organización por algo más cómodo y menos incordioso.
Esa noche no tuve que estudiar ni gritar o trabajar. Disfruté, por el contrario, de la animación general, y aun así no se me quita, como a tantos otros, el pasmo de desaire y decepción.
Señor decano, señores de la Administración, ¿qué tal les fue la noche a ustedes?- . .
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