_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

La Fundación

El museo está a poca distancia, en esta provincia o comunidad autónoma donde vivimos, surcada de autovías, carreteras, caminos y sendas, entre algarrobos, encinas y pinares, bajo cuya sombra pacen o sestean vacas rubias, negras, terciadas y sus novillos, los que el año próximo o el otro escucharán los clarines toreros. Nuestra sierra, hacia el norte, parece haber estabilizado el aspecto y ni siquiera en las semanas últimas del riguroso y cálido verano han perdido verdor las horas y las yerbas que crecen entre los peñascales. A la vera del municipio de Valdemorillo, a 45 kilómetros de la capital, en una de las grandes fincas que parcelan el territorio, se ha instalado un curioso museo, que pronto abrirá al público.En el principio fue una plaza de toros y la casa aneja; al costado se alza, como un despropósito lleno de armonía, la edificación que contiene las iniciales aportaciones al insólito museo. El diseñador y los arquitectos dan una pista acerca del estilo, levemente japonés, lanzado a las estribaciones de la sierra del Guadarrama. Luz, planos convergentes, curvos y superpuestos contienen las piezas maestras de lo que ha sido el imperio levantado, en su día, por un gallego de aldea, enrolado en el escalafón de los grandes capitanes de industria. Depende de la Fundación Eduardo Barreiros y significa el homenaje a la memoria de aquel hombre emprendedor.

Una vida encerrada entre los paréntesis que abren la fecha de su nacimiento (1919), en un lugarejo de la provincia de Ourense, y su muerte, en La Habana, en 1992. Es la biografía singular de un hombre que se propuso hacer fortuna, no en las Américas, sino, lo que tiene mayor mérito, dentro de su propio país. ¡Y qué país! Adolescente aún ve cómo se representa el drama en tres años de la última guerra civil. Reparan, en el modesto taller familiar, autobuses de desguace, incrementando la flotilla que cubría la línea Ourense-Los Peares, y fabrica gasógenos, unos inventos que la fantasía de las nuevas generaciones no pueden imaginar. Diez años más tarde recoge el hallazgo del ingeniero alemán herr doktor Rudolf Diesel y, consciente de la duradera sequía de carburantes que está sufriendo España, y lo que le iba a rondar, amplía aquellas sencillas instalaciones para transformar motores de explosión por gasolina en los Diesel, idea afortunada y simple, grande.

De allí a Madrid. Alquila unos talleres en el kilómetro 7 de la carretera de Andalucía. En 1954, junto a su hermano Valeriano, funda Barreiros Diesel, con tecnología propia, tecnología Barreiros. Fabrica, vende, exporta vehículos y gana un reñido concurso en Portugal para suministrar 300 camiones, con destino a su Ejército, y abre en aquel país otra factoría. En 1964 se asocia con la Chrysler Corporation; en Villaverde se producen los Simca y los Dodge, además de autocares, camiones, carretillas, furgonetas y una amplia gama de Diesel para vehículos pesados, motores marinos, etcétera. La pieza más atractiva de esta colección es el prototipo de un enorme todoterreno, con nombre propio El Abuelo, creado en Galicia en 1957, meticulosamente reconstruido en los mismos talleres de esta fundación. Funciona perfectamente. En 1969 deshace la sociedad con Chrysler y diversifica las actividades, que fueron a dar en la Cuba de Fidel Castro, donde firma un contrato para dirigir el plan de desarrollo automotriz, industrias auxiliares y otros ingenios.

La historia de este hombre y sus obras son lo que constituyen el museo. Es muy frecuente en nuestro país que las realizaciones de tales personajes singulares acaben en el olvido, arrolladas por novedades irresistibles. La vida intensa y la obra del esforzado pionero quedarán perennes gracias -en su mayor parte- a la tenacidad y empeño que en ello ha puesto su hija, Mariluz Barreiros, alma y aliento de la fundación. Tuvo la gentileza de invitarnos a visitar el museo. Ante aquellos remozados vestigios de hierro colgado, entrañas complicadas de pretéritos artefactos, mostramos la admiración y la ignorancia acerca del mundo de la mecánica. "Maravilloso -musitamos ante un motor Taino 8V turboalimentado-, pero no entiendo nada". Mariluz Barreiros lanzó una fugaz mirada alrededor y repuso: "Yo tampoco, pero no es eso lo que importa".

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_