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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

El escalofrío

EL PRESUPUESTO de Radiotelevisión Española (RTVE) para 1999 confirma los diagnósticos más pesimistas sobre la ruinosa gestión del ente; también, y esto es lo peor, que el Gobierno y el director general de la casa, Fernando López-Amor, parecen instalados definitivamente en la rutina de acumular pérdidas y endeudamiento sin fin, al tiempo que se fía en un futuro plan financiero la resolución de la ruina televisiva pública. Las cifras del presupuesto producen escalofrío. El año próximo, la sociedad ingresará 84.323 millones de pesetas, gastará 266.209 millones, registrará unas pérdidas de 167.878 millones y acumulará una deuda de 171.000 millones. López-Amor explicó durante la presentación de las cuentas que, si no se aprueba el marco financiero para la televisión pública nacional, la deuda alcanzará los 765.000 millones el año próximo, el 1% del PIB español.Si éstas son las cuentas de RTVE para el año próximo, no se entiende por qué López-Amor aseguró que el futuro de la televisión pública "es espléndido". Cualquier empresa con unas cuentas semejantes habría aprobado ya un plan severo de actuación para reducir los gastos, aumentar los ingresos y aminorar el peso del endeudamiento; los gestores actuales de RTVE se limitan a presentar un presupuesto de gastos superior en 30.000 millones al del ejercicio anterior y apuntar la deuda. Sigue siendo válido el diagnóstico del ex director de la Oficina Presupuestaria de Aznar, José Barea: hay un exceso de plantilla de más de 4.000 trabajadores, el minuto de producción propia cuesta 100 veces más que uno producido fuera y no existe relación entre ingresos y gastos. En lugar de presentar en el Congreso un plan empresarial que corrija tan evidentes desatinos, López-Amor se limita a pedir más dinero público.

Es muy discutible que el Gobierno mantenga en el sector público a RTVE mientras privatiza el resto de las empresas públicas. También es muy dudosa la eficacia del plan financiero elaborado por la Presidencia del Gobierno para limpiar la deuda del ente. Pero, sobre todo, lo que de ninguna forma podría entender la opinión pública es que, si adopta cualquier fórmula de amortización de la deuda con cargo al dinero público, no se exija a cambio un plan drástico de reconversión de RTVE, garantizado por las fuerzas políticas, que reduzca al menos los costes de producción, limite los gastos generales al nivel de los ingresos, acometa una reestructuración de la política de contratación, garantice la independencia y mejore la calidad en lugar de competir en chabacanería y mal gusto.

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