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Reportaje:

Una 'Traviata' entre plato y plato

El Café de la Ópera de Madrid, donde los camareros son cantantes, premia a las mejores voces

Puede pasar en el Café de la Ópera, un restaurante a pesar de su nombre: a los postres, de pronto, suena un piano. Y la camarera, la misma que durante toda la velada ha estado sirviendo el pan y el vino y la que se suponía que iba a traer el postre, se apoya en una columna y entona a pleno pulmón un aria de La Bohème. Esto ocurre todas las noches en este restaurante situado junto al teatro Real (calle de Arrieta, 6, metro Ópera). Durante todo un año, los clientes del local han votado a las mejores voces.El pasado martes, en una cena a la que acudieron miembros del mundo del canto y otros personajes de nombre famoso, se desvelaron los nombres de los ganadores: Gonzalo Terán, nacido en Alcalá de Henares y miembro de varias compañías líricas, y Gorane Martínez, de 25 años y miembro del Coro de la Comunidad de Madrid con el cuál debuta próximamente en la Aida que estrenará en el Teatro Real.

Vestidos con pantalones (ellos) o falda (ellas) y chaleco negro, camisa blanca y pajarita, un total de doce miembros del personal que atiende durante las cenas (el cubierto ronda las 6.000 pesetas) alterna sus obligaciones hacia los comensales con el canto. Fueron seleccionados hace justamente un año por sus dotes artísticas y, a duras penas, han tenido que aprender a servir correctamente el vino y a descorchar las botellas de cava. Los cantantes-camareros no ocultan que se trata de tareas nada fáciles de ejecutar. Aunque, a juzgar por los comentarios que de vez en cuando se les oye, no parece que esto les quite el sueño: "Al final se me ha ido una nota", decía uno de estos artistas, botella de champán en mano. Llaman también la atención los gorgoritos que en ocasiones llegan desde la cocina. Manuel Ganchegui es el responsable de esta iniciativa, aunque como él reconoce, no es una idea original. Conoció este tipo de cenas en un local de Nueva York y se animó a importarlas. "Lo más importante es dar la oportunidad a cantantes jóvenes de tener un contacto directo con el público", comenta Ganchegui.

El único inconveniente que podría tener una cena así es que se quede frío algún plato. Heliodoro Durán, jefe de camareros, es tajante sobre este punto: "Si se queda frío un plato es porque el cliente deja de comer en cuanto oye cantar. Pero no porque se deje de servir".

Entre el personal del Café de la Ópera hay miembros del reparto de El hombre de la Mancha, estudiantes de la Escuela de Canto, intérpretes de zarzuela y algún ingeniero reconvertido en cantante-camarero. La velada del martes, la del reparto de premios, terminó, cómo no podía ser de otra forma, con el brindis de La Traviata.

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