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Pujol ofrecerá a Duran un mejor puesto en la lista para evitar que asuma el papel de víctima

Enric González

A Unió le sienta bien el papel de víctima, pero Convergència no acepta el de verdugo. Jordi Pujol comentó ayer, ante el consejo nacional convergente, que sería negativo para la coalición acudir a las elecciones con Josep Antoni Duran Lleida enterrado en el octavo puesto de las listas, según decisión del propio Duran al negársele la segunda plaza. Pujol ofrecerá al líder de Unió un replanteamiento general de las listas, y aunque seguirá vedándole el dos, tratará de que acepte una posición menos estruendosa, como la tercera o la cuarta.

La vida sonríe a Convergència. La Declaración de Barcelona para la reforma del Estado y el juego de "complicidades" nacionalistas impulsados por su secretario general, Pere Esteve, han funcionado a la perfección, realzados además por la coincidencia en el espacio y en el tiempo con la tregua de ETA. Jordi Pujol sigue siendo pieza clave en la gobernabilidad española. Creen tener ante ellos el esperado momento histórico en que los diques del café para todos cedan al empuje de las reivindicaciones soberanistas de vascos y catalanes.Todo iría a la perfección si no fuera por Unió. En un momento aparentemente óptimo para Convergència i Unió, crujen las vigas de la coalición. Los democristianos de Duran tal vez fueron imprudentes al plantear a través de la prensa que su líder debía ocupar el segundo puesto por Barcelona en la lista para las próximas autonómicas, pero Convergència ha exhibido en exceso su convicción de que Unió es poco más que un apéndice con una irritante tendencia a inflamarse.

Baraja nueva

El consejo nacional de Unió rompió la baraja el sábado en un alarde de victimismo: si Duran no podía ir de dos, dejaría el tres -que les correspondía designar- a su presidente, Joan Rigol, y hundiría a su líder en las profundidades de la octava plaza. Ayer, en el consejo nacional de Convergència, Pujol hizo lo único que podía hacer: comprar una baraja nueva. O sea, anunciar que reabriría el diálogo directo con Duran para tratar de convencerle de que no complique sus posibilidades de reelección como presidente de la Generalitat.Jordi Pujol abandonó la reunión por una puerta trasera y dejó a Pere Esteve la misión de hablar con la prensa. Esteve admitió que sumir a Duran en el octavo puesto no era "propio" . "Personalmente, opino que Duran estaría mejor en el tercero o en el cuarto, porque más atrás desequilibraría la lista", añadió. El secretario general convergente recordó que las candidaturas para las autonómicas seguían abiertas, e indicó que los puestos atribuidos a Unió en anteriores elecciones (el tres, el ocho, el doce y siguientes múltiplos de cuatro) podían ser modificados para que Rigol y Duran se repartieran el tercer y cuarto puesto. "Es una lástima que Unió se sienta maltratada", suspiró.

Para Esteve era mortificante que su día de gloria, el día en que los consejeros nacionales del partido le habían felicitado calurosamente por el desarrollo de la Declaración de Barcelona, quedara velado por el eterno problema Duran. "Lo que nos ha pasado estos dos últimos meses", dijo, refiriéndose al debate sobre la ubicación de Duran y su exigencia de que se reconociera formalmente su condición de número dos en CiU, "nos ha perjudicado".

Divisiones

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La coalición ha cumplido veinte años (justamente el sábado) escenificando un culebrón de divisiones entre CDC y UDC, salpimentado con insultos y descalificaciones que hasta ahora se reservaban para los off the record de sobremesa. En el consejo nacional convergente no hubo, sin embargo, voces destacadas que reclamaran la ruptura. Fue un hecho relativamente excepcional. En el consejo del sábado, el de Unió, sí las hubo.Sólo faltan seis meses para las elecciones autonómicas y el rival, el socialista Pasqual Maragall, es poderoso, por más que se le ningunee desde CiU. Jordi Pujol, obsesionado por obtener una quinta victoria consecutiva, trató de frenar a Duran porque temió que la campaña se convirtiera en un debate abierto sobre su sucesión. Pero sus remedios no han funcionado.

El máximo órgano de CDC aprobó ayer la celebración, con vistas a las autonómicas, de unas inéditas "primarias de ideas" abiertas a toda la ciudadanía. Convergència hará listas de temas y las distribuirá entre todos los electores, para que éstos fijen prioridades y sugieran ideas. El programa electoral (que habrá que pactar minuciosamente con Unió, dispuesta a dar la batalla en todos los terrenos) se elaborará teniendo en cuenta los resultados de esa consulta.

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