Un poder perdido
El presidente Ernesto Zedillo es hoy un poder entre otros poderes; el mayor poder pero no el decisivo. "Parece acotado por realidades internas y realidades adversas del exterior", opina Héctor Aguilar Camín. "La gran novedad, quizá, es que se le nota más que nunca. No sólo ha perdido poder, sino que todos nos damos cuenta". Para González Graf, Zedillo es un hombre doctrinario que difícilmente escucha y que "se halaga a sí mismo porque en su régimen ha avanzado la democracia; sin embargo, es profundamente autoritario". Jorge García Murillo, miembro de la Fundación Luis Donaldo Colosio, que honra la memoria del asesinado dirigente del PRI, mantiene que "su estilo busca más los consensos que decir "el Estado soy yo". Escudriñando en su conducta, el psiquiatra Roberto Amador, del Instituto Mexicano de Psicología, dice: "Zedillo es uno de los que tienen el orgullo ideológico de los priístas que no quieren el poder y a la vez lo desean".
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