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EL CRECIMIENTO DE VALENCIA

Un proceso dinámico de transformación

He leído con mucha atención las declaraciones aparecidas en este mismo periódico el pasado día 7 de septiembre a cargo de los arquitectos valencianos Salvador Ara y Juan Pecourt y con el máximo aprecio y consideración a ambos profesionales, a quien me honro en conocer y tratar, me permito manifestar las siguientes consideraciones por si pueden servir para clarificar algunos aspectos objeto de esas declaraciones. De las manifestaciones de los citados Arquitectos parece se desprende una inequívoca preferencia por el dirigismo y el intervencionismo dogmático de la Admnistración, hasta el punto extremo de desear un diseño público de los edificios privados a construir. Se trata, a mi entender, de una concepción bastante insostenible en la cultura de nuestra sociedad actual, y fracasada repetidamente a lo largo de la historia. La ciudad es un organismo vivo que se va haciendo a lo largo de los años con la participación de todos. Lo que caracteriza a la ciudad frente a la aldea es la presencia de una alma ciudadana, de un espíritu comunal, que se forma por un conjunto complejo y diverso que vive, respira e interactúa. Lo definitorio de una ciudad es su alma colectiva; alma que de ninguna manera se forma con dirigismo o dogmatismo. El despotismo, aunque sea ilustrado, es sencillamente inaceptable en nuestro tiempo. El planteamiento que se está haciendo en nuestra ciudad no es de "guerra de guerrillas". Todo lo contrario: es un planeamiento de concordia, de consenso y participación. Estamos desarrollando de forma coherente el modelo urbano recogido en el Plan General. Las pequeñas modificaciones que se introducen son siempre mejoras de detalle que responden a preocupaciones sociales expresadas por los distintos agentes sociales. El Ayuntamiento efectúa un enorme esfuerzo de comunicación y de participación de todos los afectados, para obtener el mayor grado de concertación, de consenso, de aceptación de las soluciones adoptadas, conscientes de que estamos tomando decisiones transcendentales para la imagen futura de nuestra ciudad. No existe la menor sombra de arbitrariedad en la política urbanística municipal. Todas y cada una de las decisiones adoptadas cuentan con una absoluta justificación desde el punto de vista técnico, jurídico y político. La preocupación y el esfuerzo de la Delegación de Urbanismo y de todo el equipo de gobierno es enorme en ese aspecto tan crucial de la vida administrativa. No hay "guerra de guerrillas": hay concertación, objetividad y transparencia. No se está abusando de los Estudios de Detalle, ni constituyen una "gatera" del Plan General. La utilización que se hace de esos instrumentos es la prevista en la legislación urbanística. Lo que ocurre es que la concepción moderna del planeamiento no responde ya a esa visión jerárquica y rígida que los dos arquitectos dan a entender que todavía mantienen. La misma Ley Reguladora de la Actividad Urbanística contiene en su Preámbulo frases tan esclarecedoras como estas: "Los ritmos de la inversión privada en una economía de mercado los fija precisamente el mercado, no el decreto administrativo. El sistema de planeamiento urbanístico está fuertemente jerarquizado y carece de flexibilidad. Sin embargo la vida social moderna presenta una heterogeneidad y mutabilidad incompatible con un sistema de planificación urbanística rígido". La utilización que se está haciendo de los Estudios de Detalle es la prevista precisamente en el Plan General; no puede decirse de ninguna manera, por tanto, que se esté desnaturalizando. Lo que ocurre es que parece se añore un urbanismo jerárquico y rígido, propio de un despotismo tecnocrático inadmisible en nuestro tiempo. Es cierto que parece conveniente la revisión del Plan General, pero no por las razones apuntadas, sino porque se está ya completando el modelo previsto en el Plan General. Parece oportuno reflexionar desde esta nueva perspectiva sobre las grandes cuestiones pendientes: el tratamiento integral del frente marítimo, la relación de la ciudad con la huerta, la articulación de los grandes equipamientos, la suficiencia del sistema general de espacios libres, la revitalización de los barrios periféricos, el posible crecimiento de la ciudad, la vivienda social, etc. La política urbanística que realiza el Ayuntamiento es la adecuada para nuestra ciudad. Una política de concordia sin despotismo; participativa y no arbitraria; que cree en la iniciativa privada sin renunciar al papel regulador que corresponde a la Administración; que general confianza y transparencia; que atiende las reivindicaciones vecinales tanto como los objetivos de estructura urbana. Una política que está desarrollando todas las grandes operaciones estratégicas.. El Palacio de Congresos, la Ciudad de las Artes, el Balcón al Mar, el Parque de Cabecera, el Parque central, el Parque de Marchalenes, el Parque de la Paz, el desarrollo de País, la próxima construcción de 20.000 viviendas, el Puente de las Artes, la Ronda de Valencia, la ampliación del Metro, el Plan Riva del Centro Histórico con una inversión pública de 30.000 millones de pesetas, la Ciudad de la Justicia, etc. Frente al pesimismo y victimismo injustificado, el Ayuntamiento cree firmemente que la ciudad está experimentando un proceso dinámico de transformación que es absolutamente excepcional. Los resultado se verán muy pronto por todos los ciudadanos.

Miquel Domínguez es teniente de alcalde y delegado del área de urbanismo del Ayuntamiento de Valencia.

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