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Reportaje:EXCURSIONES: RUTA DE LAS SABINAS

Severas hasta la majestad

vetustos árboles asombran a quien sigue la cañada real entre Arcones y Casla, en el somonte segoviano

Observaba Giner, a propósito del paisaje, que, mientras en las verdes comarcas del norte peninsular la naturaleza sonríe como los niños de Murillo, en el áspero Guadarrama "hay una fuerza interior tan robusta, una grandeza tan severa..., una nobleza, una dignidad, un señorío, como los que se advierten en El Greco o Velázquez". "Precisamente por eso", añadía, "es menos accesible al sentimiento del vulgo". Y añadimos nosotros, parafraseando al maestro: de todos los cuadros que ofrece esta "espina dorsal de España", ninguno tan "severo hasta la majestad" como el de los sabinares que tapizan el somonte segoviano desde Navafría hasta Somosierra.El vulgo madrileño, ya se sabe, sólo traspone el puerto de Somosierra los domingos a eso de la una y media, y en cuanto sale del túnel y toma por la N-110 -dirección Segovia- usa apenas un ojo, como el caballo de un picador, para mirar por el rabillo las señales que han de conducirle, con una rectitud sonámbula, hasta los asadores de Pedraza, Sotosalbos o Torrecaballeros. Así, difícilmente puede nadie sentir "la grave y austera poesía" del paisaje guadarrameño, y menos aún reparar en las sabinas albares que flanquean la carretera. Y es una pena, porque hay desde jovencitas de porte cónico hasta ancianas que fingen un parasol, pasando por las de copa ovalada, oblonga y de otras muchas formas irregulares, a cual más sorprendente, que parecen sacadas de un manual de poda ornamental.

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Mas ésta es la única alegría que se permite la Juniperus thurifera. Lo demás son privaciones y virtudes. Sólo ella arraiga en las áridas y frígidas parameras calizas de Castilla, donde el sol, el hielo y el cierzo moldean su follaje perenne de hojas escuamiformes -como las del ciprés- y su tronco de madera imputrescible y aromática, en un escorzo prodigioso. Todo ello acompasado con un ritmo de crecimiento tan lento que a cualquier ejemplar que ronde los diez metros de altura se le puede echar dos siglos de edad, como poco.

Un bonito camino para conocer estos sabinares es la cañada real soriana occidental o de La Vera de la Sierra, que corre -como su segundo nombre indica- por la falda de la sierra sobre los 1.200-1.300 metros de altura, equidistante de la carretera y la línea de cumbres; un camino que conserva sus 90 varas de anchura -75 metros- desde tiempos de la Mesta, y que se presenta como una avenida herbosa salpicada de viejas, recias y majestuosas sabinas.

Asfalto y grava

En su busca, saldremos de Arcones en coche por la carreterilla -primero de asfalto y luego de grava- que pasa junto al cementerio y nos desviaremos a la izquierda a los 1.300 metros, para así llegar ante el muro de una finca donde se acaba el firme, a dos kilómetros justos del pueblo. Aquí comenzará nuestra andadura, siguiendo hacia la izquierda unas rodadas que bordean por el exterior la cerca del predio. En un cuarto de hora, remontaremos un barranco y, tras rebasar una gran portilla, embocaremos la amplia cañada, la cual habremos de seguir en lo sucesivo -atravesando lomas, cruzando arroyadas- sin desviarnos un ápice del rumbo noreste.La falta de señalización -inexplicable en una cañada real- nos obligará a tomar como referencia los arroyos que vayamos saltando. Así, bueno es saber que, a un kilómetro del anterior barranco, se presentan, seguidos, el arroyo de los Pollares y el de los Palancones; en otros 1.000 metros, el de Carromingo, y dos y medio más adelante, el de Chozas. Tras salvar este último por una pontecilla de piedra, en medio de un imponente robledal, tomaremos por el camino ascendente para, en unos 300 metros, coger de nuevo a la izquierda por la cañada hasta encarar una última portilla, que será la cuarta que pasemos a lo largo de la jornada. Por detrás de ella desciende, perpendicular a la cañada, un cordel de ganados que va a dar al kilómetro 144 de la N-110, a tan sólo dos de Casla, pueblo en el que acaba esta ruta por el lado más severo y majestuoso de la sierra.

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