La ultraderecha se queda en la calle
Entre el canciller federal, el democristiano Helmut Kohl, y su rival, el socialdemócrata Gerhard Schröder, hubo por lo menos una coincidencia ayer al valorar los resultados de las elecciones bávaras: la satisfacción por el fracaso de la extrema derecha, que no consiguió colarse en el Parlamento de Múnich. Siguiendo las huellas de Franz Josef Strauss, quien consideraba que en el juego parlamentario no debía haber ningún partido a la derecha de la Unión Social Cristiana (CSU), Edmund Stoiber trata de evitar la legitimación de la extrema derecha en las urnas con una campaña de captación de sus potenciales electores. Y su estrategia, que a veces tiene connotaciones xenófobas, le ha dado resultado también esta vez. Los Republicanos, el partido de extrema derecha que consiguió el 14,6% de los votos en las elecciones europeas de 1989, sigue sin entrar en el Parlamento bávaro, y con un resultado del 3,6%, confirma su tendencia a la baja: en 1990, tuvo el 4,9% de los votos, y en 1994, el 3,9%. En las elecciones federales del día 27 se disputarán el voto de extrema derecha, además de Los Republicanos, la Unión del Pueblo Aleman (DVU), que en abril consiguió un 12,9% en los comicios regionales de Sajonia-Anhalt, y el Partido Nacional Democrático de Alemania (NPD), que se muestra especialmente activo en el estado de Mecklenburg-Vorpommern, donde también hay elecciones regionales junto a las generales.Se da la circunstancia de que la sede central del DVU se encuentra en Múnich. Gerhard Frey, el editor muniqués que dirige y financia la DVU, no se presentó a estas elecciones por considerar que los partidos de derecha no tienen ninguna posibilidad en vista del derechismo de la CSU. Frey recomendó a sus partidarios que votasen a la CSU, a los Electores Libres, que competían por primera vez y obtuvieron un 3,7% de los votos o a la Federación de Ciudadanos Libres, que logró un 1,8%.
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