"Habrá que estar aquí durante una generación"
Carlos Westendorp, de 61 años, ministro de Exteriores del último Gobierno de Felipe González, es el máximo representante civil de la comunidad internacional en Bosnia-Herzegovina. Su misión es aplicar los acuerdos de paz firmados en Dayton y propiciar la recuperación del país tras casi cuatro años de guerra. Tiene poder de clausurar emisoras de radio que azucen el odio étnico, escoger la bandera del país o las nuevas matrículas de los automóviles. En víspera de las transcendentales elecciones celebradas de este fin de semana, Westendorp habló con EL PAÍS en un restaurante de Sarajevo al aire libre, bajo la atenta mirada de varios guardias civiles que le dan protección las 24 horas.Pregunta. ¿Son las elecciones [celebradas el fin de semana] la consagración de la división étnica de Bosnia-Herzegovina?
Respuesta. No, no lo son. Van a ir avanzando en la integración étnica, pero no lo van a conseguir del todo. Esto es un proceso, no un acto. Éstas son las cuartas elecciones desde las generales de 1996, las municipales y las celebradas en la República Srpska. Es la cuarta vez que la comunidad internacional supervisa elecciones en Bosnia, y cada vez han dado un resultado mejor.
P. ¿Cuáles son las asignaturas pendientes en esa tarea suya que usted definió en alguna ocasión como "una misión imposible"?
R. El respeto de los derechos humanos. En este país ya existen las bases de una democracia, pero hay una estructura de poder en la que los partidos de un grupo étnico monopolizan prácticamente el panorama político. Es un enfrentamiento étnico, que reproducen del esquema de la guerra, sólo que por otras vías. Esto hay que romperlo. La única manera es pasar de una democracia formal, con partidos monoétnicos, a una real de partidos multiétnicos.
P. Parece que no se ha avanzado mucho en el retorno de los refugiados a las zonas donde son minoría. Se topan con inseguridad física y económica. En toda Bosnia hay un paro tremendo, en torno al 50%. ¿Cómo se puede animar la gente a regresar en estas condiciones?
R. Existe una falta de voluntad por parte del liderazgo de los partidos monoétnicos a aceptar a gentes de otra etnia. Hay que quebrar esa tendencia a través de la presión, de las sanciones, e incluso destituir a los alcaldes o a las autoridades que no cumplan con su obligación. Hay que crear las condiciones para que los refugiados puedan volver y ser protegidos adecuandamente. Falta seguridad. La policía no es democrática, ni multiétnica. Los refugiados de una minoría no se sienten protegidos. Los jueces no son independientes, fueron nombrados por un partido monoétnico; el ciudadano no siente en un Estado de derecho. Éste es el gran desafío para el futuro. No podemos aguardar a que los refugiados retornen cuando todo esté resuelto. Tenemos que actuar en paralelo.
P. Las deportaciones de refugiados desde algunos países de Europa ¿son un problema?
R. No es un problema en sí, pero añade complicaciones e introduce tensiones en una situación de por sí complicadísima. Ahora los refugiados no retornan, además de la falta de seguridad y del incentivo económico, porque no tienen casas. Están ocupadas por otros. Si además de la presión de dónde ubicarlos tienes la presión añadida de otros 50.000 que proceden de países europeos o de Kosovo, el asunto se complica, pero no es la causa del problema.
P. Si se marcharan las tropas internacionales, ¿empezaría todo de nuevo? R. Sin duda. No es que volviera a empezar todo inmediatamente en forma de guerra, porque, aunque se fueran las tropas, todavía hay una capacidad de impedir un conflicto armado actuando desde fuera con bombardeos aéreos, pero habría matanzas, nuevas limpiezas étnicas, un genocidio que es casi peor que una guerra abierta. Además, la comunidad internacional, los que estamos aquí cumpliendo la mision civil, no podríamos continuar; no tendríamos condiciones para operar. Con lo cual volveríamos otra vez al origen, tendríamos que volver a trabajar en condiciones de catástrofe y habríamos perdido todo el dinero invertido en la reconstrucción, el esfuerzo civil y el militar.
P. Esto quiere decir que tenemos tropas de la OTAN en Bosnia para bastante tiempo.
R. Querría ser preciso. Vamos a tener dos años de turbulencias, porque tenemos que hacer que los refugiados que quieran retornen a su casas, aunque sea en las zonas minoritarias. Tenemos que hacer la reforma de la policía, la reforma judicial, y todo eso va a generar resistencia. Esa resistencia necesita seguridad. Mientras no exista una policía local o unos jueces que te dan esa seguridad, es necesario que la policía internacional, protegida por las tropas internacionales, esté aquí. Esa presencia tiene que mantenerse en términos semejantes. Cuando digo en términos semejantes, no son tanto numéricos, cuanto cualitativos. Es posible que la situación ya no requiera carros de combate y cañones porque la guerra, afortunadamente, ha terminado, pero sí puede requerir otro tipo de presencia adaptada a las nuevas circunstancias. Fuerzas multinacionales de operación rápida, entrenadas para impedir disturbios y altercados callejeros, son importantísimas. Me refiero a cuerpos como la Guardia Civil o los gendarmes franceses. A partir de dos años creo que ya nos podemos empezar a plantear una reducción progresiva. Nunca una desaparición total. Creo que la comunidad internacional va a tener que estar en Bosnia, y nos tenemos que acostumbrar a ello durante varios años. Por lo menos una generación.
P. ¿Es viable Bosnia-Herzegovina? Si se define una nación en términos clasicos de "un deseo de vivir juntos", esto no se ve aquí.
R. Empieza a verse. Más en la gente que en las autoridades. Yo confío en que se produzca, pero va a requerir tiempo. No hay más remedio que Bosnia-Herzegovina sea viable.
P. ¿Qué papel tiene en estos momentos el presidente yugoslavo, Slobodan Milosevic?
R. Tanto Milosevic como [Franjo] Tudjman , los dos grandes países vecinos, tienen una influencia grande. Yo diría que más grande es la de Tudjman, porque hay mucho mayor control por el HDZ sobre los croatas de Bosnia. La ideología de Tudjman ya sabemos que es una ideología de separación. En cuanto a Milosevic, es una persona que puede tener una influencia, que la ha ejercido en un principio de una manera negativa durante la guerra. Después, en mi experiencia aquí, no ha sido al 100% negativa. En algunos puntos ha sido positiva, en pequeñas cosas. Sin duda alguna tiene una gran influencia sobre todos los líderes de la República Sprska. Tiene capacidad de desestabilizar, si él creyera que desestabilizando puede obtener alguna ventaja.
P. Usted ha dicho que el problema de Bosnia es de una generación. ¿Habrá que esperar a que desaparezcan todos estos líderes políticos, que son los que hicieron la guerra?
R. Que desaparezcan o que se democraticen profundamente, a través de instituciones, a través de presión. Yo creo que esto puede ocurrir y se notan síntomas de que es así. En la comunidad croata hubo una escisión en del HDZ, encabezada por el actual miembro croata de la presidencia. Se trata de un partido con una vocación democrática. Este contraste de pareceres es en sí mismo positivo; tiene un germen de democractización. En la Federación [musulmano-croata], el Partido Socialdemócrata y algún otro afín van a alcanzar un resultado importante en estas elecciones, van a doblar el número de escaños de las anteriores, que es mucho. Esa presencia de un partido democrático y multiétnico puede forzar a otro tipo de coaliciones en el futuro. En la República Sprska ya hay, hemos conseguido que haya, más pluralismo. Hay muchos partidos. La mayor parte con una nota étnica serbia, nacionalista, pero que compiten entre sí por el poder y por darle a la República Sprska lo que necesita: la ayuda de la comunidad imternacional. Los partidos más favorables a Occidente son los que presumiblemente van a ganar las elecciones, con lo cual damos un paso importante hacia esa democratización. Pero van a hacer falta más elecciones, bastantes más.
P. ¿No se hartará la gente de tanto votar?
R. Es un riesgo. De todas maneras, la gente hasta ahora está respondiendo bien. Estimamos que estas elecciones pueden dar una participación en torno al 75%, lo cual es aceptable.
P. Una pregunta obligada sobre Karadzic . Usted no se ha distinguido como profeta al pronosticar que pronto iba a ser capturado por la OTAN.
R. Desde luego, mi reputación como profeta debe estar por los suelos. En realidad no hice una profecía. Lo que expresaba era un deseo y la convicción de que las condiciones objetivas se estaban produciendo para que ocurriera. Las condiciones objetivas son que disminuya la base de poder de Karadzic, como ha ocurrido con el nuevo Gobierno. Ya no tiene la protección policial que tenía antes y ha disminuido su base económica. Se le está cortando la fuente de ingresos que obtenía a través del contrabando y la trapichería. Al no poder pagar a mercenarios, está menos protegido que hace unos meses. Por otra parte, hay una presión psicológica que debería hacer que este hombre, por su propia cuenta, se presentara ante el Tribunal de La Haya y se defendiera. A lo mejor, incluso, tiene argumentos para defenderse. Va a actuar ante un tribunal que ya ha soltado a mucha gente por falta de pruebas. Ése sería el deseo máximo. Hemos esperado en vano que esto ocurra. Si no sucede en un tiempo corto, está claro que los que están dotados de los medios de inteligencia para saber dónde está, yo no lo sé, o de los medios de aprehensión a la fuerza, lo hagan. Yo confío en que esto se producirá pronto, porque, si no, este país no va a entrar en una senda de normalidad.
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