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FERIA DE SALAMANCA

Ni toros ni toreros

¡Qué tostón! Para hacer aficionados ha sido la tardecita. Los toros salieron buscando por dónde volverse a ir, doblando al revés cuando salían del capote o de la muleta; embistiendo, si a eso se le puede llamar embestir, con tales muestras de desgana que daban ganas de preguntarles si les pasaba algo grave. Qué alegría, qué gusto ir a los toros y encontrarse con semejante aburrimiento, que sin duda redimirá nuestras muchas culpas, porque paciencia, lo que se dice paciencia, tiene el aficionado.Pero de los toreros, ¡qué! Esa es otra. Litri prodigó los enganchones y las rectificaciones apresuradas de terrenos entre pase y pase. Derechazo, hacer piernas; otro pase, pues lo mismo. Como todos. Es la moda. Le molestó el vientecillo, como a los demás, y quizá le pareció demasiado mortecina la embestida de su primero, pero él no era capaz de animarlo; ni al toro ni a nadie. En el cuarto, en plan destajista, no veía forma de acabar. De repente, sin venir a cuento, un molinete de rodillas como si eso resolviese algo. Tedioso.

Pilar / Litri, Luguillano, Puerto

Toros de El Pilar, desiguales de presentación, descastados, sospechosos de pitones. Litri: pinchazo hondo, otro pescuecero y estocada (pitos); estocada pasada (aplausos). David Luguillano: dos pinchazos y golletazo (pequeña bronca); metisaca, dos pinchazos y estocada baja (pequeña bronca). Víctor Puerto: pinchazo y estocada desprendida (ovación y saludos); bajonazo (silencio).Plaza de La Glorieta, 13 de septiembre. 2ª corrida de feria. Media entrada.

Luguillano vivió posiblemente una tarde de las más desafortunadas que recuerde. Se descompuso ante su primero, un punto incierto, y ya le fue imposible levantar cabeza. En el quinto, le desconcertó el viento y cortó por lo sano. La gente, naturalmente, no se lo perdonó.

Víctor Puerto sabe sin duda que un buen sistema de oír palmas es brindar al público. Y por eso brindó su primero, modificando la posición de la montera en la arena, que es detalle muy estimado, por lo visto. ¿Para qué brindaría, aparte de los aplausos ya mentados? Se ignora. El toro aburría a las ovejas, y el torero era incapaz de decir nada. La música, que tiene esas ocurrencias, intentó sonar, pero la gente protestó y se enfundaron los instrumentos. En el último, más tedio. El torero, quitándole la muleta al toro de la cara a cada pase y, probablemente, sin colocarse en la distancia adecuada. El toro se le paró y dijo "hemos terminado". Lo mismo opinó el torero (la gente estaba al tanto y se estaba yendo), y colorín colorado...

Ha sido una de esas corridas en las que, ni mirando con lupa, es uno capaz de encontrar algo que merezca la pena y justifique dos horas en un tendido. Se dicen estas cosas y los taurinos lo tildan inmediatamente de crítica "negativa" e "intento de cargarse esto". Eso sí, ya ve usted, tiene gracia. ¡Qué querrán que se diga después de festejos así!

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