¿Se puede ser creyente y apoyar al neoliberalismo?
Es arriesgado hacerse esta pregunta. Es cierto que impera el neoliberalismo (NL) y también es cierto que hay muchos creyentes que, tal vez sin saberlo, le están haciendo el juego al NL. La pregunta surge por la contradicción que puede implicar una cosa y otra. Los creyentes, no sólo los que se dicen católicos, los que creen de verdad en Jesús de Nazaret, ¿pueden seguir siendo auténticos cristianos y apoyar al NL? ¿Se puede tomar en serio la fe cristiana sin tomar partido contra el neoliberalismo económico? Entendemos por fe no sólo el asentimiento a unas determinadas verdades, dogmas o doctrinas, sino sobre todo a una forma de vivir, la forma de vivir que nos ha enseñado Jesús de Nazaret a través de la trayectoria de toda su vida. La teología se ha elaborado más a partir de los "saberes humanos" que desde la fe de los creyentes. La fe no está en los libros, en los papeles, en los documentos, en las doctrinas, sino en las personas, es decir, en la vida. Entendemos por católicos los bautizados en la Iglesia católica, que aceptan sus doctrinas, creen en Dios y realizan una serie de actos litúrgicos. Se confiesa católico un 86% de la población adulta. Pero, en su vida real, la mayoría no se plantea cuáles son las exigencias del Evangelio.Es una pregunta lógica. ¿Somos consecuentes con nuestra fe? ¿Somos seguidores de Jesús de Nazaret? ¿O somos seguidores encubiertos del NL, con vestimenta cristiana? ¿Nos hemos tomado en serio eso de que "no se puede servir a dos señores, a Dios y al dinero"? Es cuestión de ética y cuestión de fe. Los que apoyan al NL son los que se identifican de alguna manera con la mentalidad del sistema, los que se identifican con el pensamiento único. Los que defienden sin saberlo o sin querer saberlo sus valores como si fueran suyos, porque son los que todo el mundo admite en su sano juicio, como son la libertad del mercado, el individualismo, el beneficio a costa de los demás, el culto al dinero, la diosa competitividad. Los que admiten que fuera del mercado no hay salvación. Los que siguen diciendo que es buena la sociedad del consumo porque así da puestos de trabajo y se mueve la economía. Los que prefieren lo privado a lo público porque lo público no funciona o funciona mal, y lo privado es mucho mejor, tiene más calidad, lo mismo en la enseñanza que en la sanidad que en las empresas. Los que acumulan dinero en su tarea profesional (¿honradamente?) y desean siempre tener más y jugar a la bolsa e invertir allí donde se pueda enriquecer en poco tiempo. Los que sufren por los pobres (no les llaman ni excluidos ni marginados) emocional y sentimentalmente, pero sin pensar en las causas que producen esas miserias. Los que se conforman con dar algún dinero para el hambre en Sudán, aportar algo a una ONG, o incluso algunos que se apuntan al voluntariado. Son los que creen que lo que hay en el mundo, en esta sociedad, está bien, y no se puede hacer otra cosa: "El mundo es así". Son los que tímidamente piensan que se puede hacer quizá alguna que otra reforma para que la cosa no vaya tan mal, no haya tanto paro y tanto hambre. Son los que no se meten en política porque creen que eso lo ensucia todo y ellos pretenden estar limpios. Los que critican lo mal que está el mundo y la juventud pero no piensan ni hacen nada para tratar de ver dónde están las causas que originan tantos males. Pasan de todo análisis crítico de la realidad.
Desde luego, nadie es quien para juzgar a nadie; Dios no pide imposibles ni tampoco exige heroicidades. Únicamente nos hacemos esta pregunta de difícil respuesta. Hoy, ¿servir al dinero es servir al NL? No es tan sencillo quitarse el sambenito de la servidumbre del dinero. ¿Servir al NL es dejar de servir a Dios? Es fácil ser esclavos del dinero, porque son cadenas de oro, y el oro todo lo compra. Es como una atmósfera que lo contamina todo. También el creyente, si se descuida, está inficionado de esta mentalidad. ¿Pertenecemos al NL sin darnos cuenta? Estimo que eso es grave. ¿Pertenecemos a la fe en Jesús de Nazaret sin darnos cuenta? ¿O es que no nos interesa profundizar en los valores que rigen los comportamientos que quieren seguir al Maestro? Si no servimos a Dios y a la causa del Reino, ¿para qué servimos? Si la sal se vuelve sosa, ¿para qué sirve? Si la lámpara ya no ilumina, ¿para qué sirve? Si los que nos decimos creyentes no seguimos las huellas de Jesús de Nazaret, ¿qué esperanza brindamos al mundo de hoy?
Los espacios televisivos Querido maestro y Médico de familia son un exponente de los valores que se viven en la escuela y en la familia, propios de esta sociedad que vive inmersa en la mentalidad NL. En la escuela se tienen pinceladas de modernidad al tratar el tema de la ecología o de ciertas reivindicaciones de los alumnos y algunos profesores ante el ayuntamiento. Pero no se enseña a los niños a pensar críticamente. Ante ciertos hechos, a los chicos y chicas parece que se les trasmite ese eslogan del "todo vale" sin hacerles ver que hay ciertos comportamientos que no son éticos y que obedecen a lo que se les enseña en casa o en colegio.
En el comportamiento del médico resulta extraño que en su aspecto profesional no se le vea dedicado a los enfermos, se trata sólo del funcionario de un dispensario, sin que parezca que esté comprometido con la salud de los ciudadanos. Y en su casa circulan los valores más tradicionales y conservadores de la institución familiar, con tintes más o menos divertidos. La familia como correa de trasmisión de los valores dominantes de esta sociedad, sin el más mínimo asomo de una toma de conciencia crítica.
En los dos espacios se nota la mano negra del NL sin que apenas se note, incluso se han superado con mucho los índices de audiencia televisiva. Es un síntoma del asentimiento intelectual y moral de esa mayoría ciudadana que está de acuerdo con el pensamiento y la moral únicos. Desde luego no está todo hecho con adquirir conciencia crítica, pero es el primer paso para un comportamiento coherente con la ética y con la fe. Se trata de la "revolución de los valores", la que ética y evangélicamente nos ofreció con su vida Jesús de Nazaret. La praxis es la que expresa sin paliativos la coherencia entre fe y vida en la realidad de cada persona, de cada creyente: "No todo el que dice... sino el que hace la voluntad de mi Padre".
Estimo que no se puede uno amparar en eso de "ser de izquierdas" o pertenecer a movimientos o partidos de izquierdas, o a comunidades cristianas de base, y luego no vivir los valores propios de quienes cuestionan el NL. Es cuestión de ética y cuestión de fe. La ética cristiana es una ética de la solidaridad, es una ética del compromiso con los excluidos, es una ética empapada en utopía. En una utopía realista, que no es quimérica o imposible de realizar. Jesús de Nazaret la realizó y por eso lo mataron. A nosotros no nos van a matar (a otros sí), pero sí podemos pensar y actuar de distinta manera. No se puede ser coherente sin mancharse. En esta época de tanta indiferencia es preciso superar el miedo y el escepticismo. Dado el ambiente de confusionismo que existe, creo que se nos puede exigir a los cristianos un mínimo de radicalidad evangélica. Esa disposición puede generar ilusión y esperanza que tanto necesitamos.
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