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EL 'CASO BANESTO'

Una sobriedad tozuda

Cuando en la sala de juicio oral hay un duelo dialéctico sobrio se agradece. Después de la actuación de los grandes histriones, se escucha con deleite la partida entre el fiscal Sánchez Junco y el acusado Gómez de Liaño, que se sigue no sin dificultad por el mal sonido de la remodelada sala de la Audiencia Nacional.Gómez de Liaño hizo una defensa sobria, sin perder la calma, de su actuación profesional como abogado, tanto en las operaciones de Banesto como para Mario Conde. Todos los hechos presentados por el fiscal que exceden la relación normal entre abogado y cliente -los múltiples indicios- fueron rebatidos con una negativa por parte de Gómez de Liaño. Pero no entró en detalle; dio respuestas conceptuales, casi siempre con el mismo argumento: se extraen de algunos hechos conclusiones que no son reales con el afán de criminalizar actividades que son legales.

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Reconoció Gómez de Liaño que se hicieron cosas feas, pero sin contenido delictivo, lamentándose de que algunos de "sus compañeros de banquillo" lo defiendan todo a capa y espada. Aquellas gestiones que exceden de su condición de abogado -no hay que olvidar que Conde le bautizó como "administrador real" de sus bienes en diciembre de 1994, ante el juez- las presentó como normales de la actividad de su despacho Asesores en Derecho.

Sus relaciones con Conde no pasan por buen momento. Al parecer, el ex banquero tiene una deuda de varios cientos de millones con el abogado que no se ha hecho efectiva. Pero Conde tiene también su ajuste de cuentas. Ayer Gómez de Liaño se disculpó, de hecho, con Conde, al decir que no había podido revelar, el 19 de enero de 1995, en sudeclaración ante el juez, más cosas sobre Asni Investments. "Mis clientes no me relevaron del secreto", dijo algo compungido Gómez de Liaño. Ese día, 19 de enero de 1995 , San Mario, Conde estaba en prisión y quizá esperaba más de Gómez de Liaño.

El cruce de relaciones financieras y crediticias entre Gómez de Liaño, Conde, Romaní, Valyser, es tal que una explicación más razonada es fundamental. Sin embargo, Gómez de Liaño la ha despachado con el argumento de que se trata de "compensaciones crediticias"entre sociedades. Algo normal.

Todo el tinglado Euman Valyser no se hubiera montado sin Banesto y sin el concurso de la persona que podía permitir que el banco hiciera lo que hizo, Mario Conde. El acusado Gómez de Liaño presenta a Eugenio Martínez Jiménez como el self made man. Es lógico. Gómez de Liaño reconoce que su bufete se nutría en un 50% de asuntos de Banesto. Y Martínez Jiménez se nutría del Banesto de Conde para su aliento vital. Por algo sería.

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