Paula se vistió de torero
Rafael de Paula viajó hasta Utrera, se enfundó en un vestido burdeos y azabache y se presentó en la puerta de cuadrillas a la hora señalada. De tal modo, acalló los insistentes rumores que aseguraban que daría una espantá. Hizo el paseíllo, abrió el capote y lució para general contento la bella estampa de siempre. Torear, lo que se dice torear, no toreó. Pero tampoco ocurre todos los días un milagro y por eso no se deja de tener fe.Paula es hombre de escasos recursos físicos y grandes fundamentos artísticos. Lo primero, una vez más, quedó patente, mientras lo segundo parece que ya forma parte de la historia. ¿Por qué se viste de torero? Él sabrá si le merece la pena pasar un quinario, pero le merecerá cuando bebe de cáliz del miedo que produce la impotencia.
Jandilla / Paula, Durán, Chamaco
Toros de Jandilla,, muy bien presentados, mansos, nobles. Rafael de Paula: pinchazo, 11 descabellos -aviso- y dos descabellos ( algunos pitos); tres pinchazos, 15 descabellos -aviso- y tres descabellos (silencio). Curro Durán: estocada baja (oreja); tres pinchazos y media (ovación). Chamaco: bajonazo (dos orejas); estocada, descabello -aviso- y tres descabellos (ovación).Plaza de Utrera, 6 de septiembre. Tres cuartos de entrada.
Dicho queda que no toreó, pero tampoco protagonizó un escándalo. Se inhibió por imposibilidad física antes que por falta de ánimo. Miró a sus toros de arriba abajo, los pasó por alto una y otra vez y se defendió como pudo. Todo lo hizo con lentitud y parsimonia, y la gente lo respetó. Sólo a la hora de matar pasó fatigas paulistas.
Hablando de toros, ¿por qué no se cayeron los toros de Jandilla en la plaza de Utrera? ¿Por qué si todos acudieron varias veces al caballo y les dieron de lo lindo? Por ejemplo, el primer toro de Paula recibió cuatro puyazos, y tres el segundo. Ése sí que es un misterio que ningún taurino se atreve a desvelar. Quizá es que, entonces, se derrumbaría con estrépito el negocio de muchos. Pero lo cierto es que en Utrera se hizo presente la emoción del toro, manso, noble o brusco, pero toro al fin.
Toreó el local Curro Durán, que antaño conoció el triunfo grande y ahora se debe conformar con el olvido. Mantiene el oficio, se le nota la inactividad, pero tiene amor propio y sangre torera. Pudo más el deseo que la realidad, y su labor pecó de rapidez; pero no se le puede negar su decisión, sus buenas maneras y algunos largos naturales a su primero.
Chamaco también se justificó sobradamente. Sigue siendo un diestro con prisas, pero pisa terrenos comprometedores y consigue pases muy estimables, fruto de una valentía indiscutible.
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