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OPINIÓN DEL LECTOR
Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Horas extra

Me gustaría mostrar mi indignación y repulsa ante la noticia que he conocido hoy al leer la prensa: "La empresa Tussam ha sido multada por segunda vez este año por sobrepasar con creces el límite de horas extras permitidas por la ley". Claro está que mi indignación no es porque la empresa haya sido multada, sino porque sea permitido y consentido que una empresa pública como Tussam, promueva las horas extraordinarias como algo habitual. Es vergonzoso que con el beneplácito del Ayuntamiento de Sevilla y el consentimiento de los trabajadores y quizá también alguna central sindical, un gran número de personas esté acogida a la jornada laboral de nueve horas diarias. A las puertas del siglo XXI volvemos al pasado, esta vez con el apoyo de nuestros compañeros trabajadores que por estar metidos y muy metidos en esta sociedad de consumo son capaces de trabajar las horas que les pongan, por tener cada vez una mayor capacidad para entramparse.- . .

Convivencia escolar

Leyendo EL PAÍS, edición de Andalucía, del 14 de agosto, encuentro, bajo el epígrafe Debate en Andalucía, un artículo del consejero de Educación, Manuel Pezzi, en el que anuncia la intención con la que han presentado el proyecto del decreto para regular los derechos y deberes del alumnado y las normas de convivencia en los centros docentes no universitarios de Andalucía. Bien, más vale tarde que nunca, y, con 20 años de docencia a mis espaldas, cuatro de ellos impartiendo la enseñanza secundaria reformada a partir de la LOGSE, opino que nos podíamos haber ahorrado más de un disgusto con un buen decreto a tiempo, que la reorganización de la enseñanza lo estaba pidiendo a voces (los padres de los alumnos lo han pedido a tortas en algunos casos, pero como los destinatarios eran siempre los profesores no tenía mucha importancia) desde hacía unos cuantos años. Pero cuando leo que "al elaborar este proyecto hemos partido de la idea..." y aquí una serie de circunloquios tales como... "implica una serie de características propias de multiplicidad de emisores y receptores, mensajes de diferente naturaleza y contenido, flujo de información multidireccional" para referirse a que no sólo somos los profesores los que tenemos algo que decir, o que "todo el entramado relacional establecido en un centro no es ajeno a los estímulos procedentes del entorno social y cultural" para decir que el instituto no debe cerrarse a la sociedad... me echo a temblar: ya estamos otra vez camuflando no sé qué miedos con palabrería hueca. La que se queda para funcionamiento interno, ya saben los terminachos para nombrar la pizarra, el recreo y tantos otros será mejor dejarla como está, pero la palabrería para expresar claramente y sin darle más vueltas al vocabulario que la sociedad ha cambiado, que la escuela también, y que por eso vamos a adecuar las normas de convivencia de los centros para que estos continúen sirviendo para la educación de los ciudadanos de mañana, precisamente porque estos cambios en la sociedad y en la escuela hacen necesarias nuevas normas de convivencia, suena a miedo a afrontar el problema con rigor y seriedad.- . .

Vacaciones

Son muchos los factores que pueden torcer el rumbo de unas vacaciones, pero cuando estos son de orden institucional, y, por tanto, evitables, no queda más que un intenso sentimiento de frustración, indignación e impotencia. Que una negligente actuación policial sea capaz de privarte de todo un día de vacaciones, es una enorme injusticia. Ese fue nuestro caso, mientras disfrutábamos unos días en Tenerife. El 30 de agosto, tras haber asistido la noche anterior al multitudinario festival de Son Latino"98 en la playa de los Cristianos, nos encontramos con la desagradable sorpresa de que nuestro coche de alquiler tenía las cuatro ruedas pinchadas, entre otros destrozos. Inmediatamente nos dispusimos a denunciar lo ocurrido, en compañía de una familia local que en todo momento nos ofreció su hospitalidad. Llamamos al 091 y de allí nos remitieron a la Policía Local. A su vez, estos nos dijeron que esos asuntos no eran de su competencia y nos instaron a acudir a la Policía Nacional. Decidimos presentarnos en la comisaría más cercana, en la vecina localidad de Las Américas. Una vez allí se nos dijo que el trámite podría demorarse unas dos horas y que lo mejor que podíamos hacer era presentar la denuncia ante la Guardia Civil, pues todo sería más rápido. Decidimos, pues, trasladarnos al cuartel de la Guardia Civil de Los Cristianos, y allí un sargento vestido en chándal nos dijo de modo muy grosero que eso no era de su jurisdicción y que no pensaba recoger ninguna denuncia, que él no tenía culpa de que los nacionales no tengan ganas de trabajar. Ellos mismos llamaron a la comisaría para pedir explicaciones de por qué nos habían enviado a la Guardia Civil. La respuesta fue que ellos no habían mandado a nadie a ningún sitio. Regresamos nuevamente a la comisaría tragándonos nuestra indignación. En la comisaría estuvimos más de cinco horas soportando estoicamente el calor asfixiante, y pero aún, viendo cómo eran atendidas, de forma privilegiada, todas aquellas personas que iban llegando. Finalmente pudimos denunciar en menos de cinco minutos. ante el policía que atendía la mesa de recepción, y que nos había estado dando largas.- y dos firmas más. .

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