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"En "Barrio" intento mostrar la miseria social que nos rodea y no queremos ver"

Miguel Ángel Villena

A Fernando León de Aranoa siempre le ha atraído esa expresión de "buscarse la vida", una frase muy ilustrativa de una realidad social, de una forma de sobrevivir en el mundo. Y precisamente buscarse la vida es lo que intentan los tres adolescentes que protagonizan Barrio, la segunda película de este joven realizador que ganó un Goya a la mejor dirección novel con su original Familia. Seleccionada para la sección oficial del próximo Festival de San Sebastián, Barrio retrata de forma agridulce, pero sin concesiones, esas vidas marginadas, esa miseria social "que nos rodea y no queremos ver". Rechaza, por manido, el concepto de cine social, pero Fernando León (Madrid, 1968) defiende con convicción un tipo de cine realista que pose su mirada sobre los problemas cotidianos sin que por ello sea panfletario. "Se ruedan muchas películas en España donde los protagonistas son personas de clase media-alta, profesionales urbanos o gentes que nos rodean a aquellos que trabajamos en el cine. Pero me ha interesado fijarme en los que están debajo, trabajadores o parados que viven en los barrios periféricos de cualquier gran ciudad".

Un tema inexplorado

Admirador del británico Ken Loach, cuya película Riff, raff figura entre sus favoritas, este director que se considera ante todo un guionista, opina que "el tema social es un terreno que se explora poco en España, pese a su indudable atractivo cinematográfico, y ahí están los nuevos directores británicos y filmes como Full monty o Tocando el viento para demostrarlo. Es falso que la realidad de nuestro país no ofrezca historias duras e interesantes que, por otra parte, aparecen todos los días en los periódicos".A la hora de plantearse el guión de Barrio, un proyecto que tenía en mente hace tiempo, optó por unos adolescentes como protagonistas, como ejes de dramas e ilusiones cotidianos. "Quería unos personajes", comenta este cineasta altísimo, de larga melena recogida en una coleta y hablar pausado, "en torno a los 15 años, esa edad en la que te niegas a aceptar la realidad, en que te rebelas, un periodo en el que los chavales conservan un optimismo a prueba de bombas incluso en medio de un paisaje desolado de paro y delincuencia, de viviendas como colmenas y sueños de vacaciones inalcanzables".

Escenas donde un quinceañero reparte pizzas en metro o en autobús o donde tres amigos asaltan una tienda de trofeos muestran esa lucha por la vida, esa voluntad de tocar un cielo que desfila por los anuncios de televisión o por los escaparates de las agencias de viaje, pero que no está al alcance de todos aquellos que viven en el Sur.

Fernando León confiesa que tenía dos posibilidades de plasmar la dureza de los barrios desarraigados: o bien decantarse por una forma directa y truculenta en torno a la violencia, al sexo o al trabajo o bien elegir un modo más sutil donde la dureza apareciera entre las rendijas. "Preferí", cuenta el director, "presentar el mundo, tal y como se lo inventan algunos jóvenes, combinar el humor con la tragedia, la ternura con el drama".

Rodada en multitud de ambientes de la periferia de Madrid y de su cinturón industrial, Barrio presenta a tres nuevos actores buscados por Fernando León y su equipo entre multitud de estudiantes de institutos de la capital. El trabajo con Críspulo Cabezas, Timy y Eloi Yebra, y también con la joven actriz Marieta Orozco, se convirtió en una de las claves de la gestación de la película. "Hablé mucho con ellos", comenta León, "ensayé los diálogos y les pedí opinión sobre gestos y frases de adolescentes. Pretendo que la película atrape a espectadores jóvenes que sólo en raras ocasiones ven en una pantalla grande a personajes que les resultan cercanos".

Cine comprometido y de denuncia, -"de comentario social" apostilla el director- Barrio va más allá de la crónica realista para adentrarse en el ambiente de los adolescentes y en sus distintas formas de encarar la vida. "Estoy un poco harto", señala Fernando León, "de escuchar eso de ir al cine a olvidar los problemas. Está claro que tampoco hay que acudir a ver a una película para que te maltraten. Pero el cine español ha dado un poco la espalda a esa miseria que nos rodea y no queremos ver".

Cuando Fernando León se decidió a ponerse detrás de la cámara para rodar Familia con apenas 28 años llevaba a sus espaldas una larga y precoz carrera como escritor cinematográfico. Historias de largometrajes como Por fin solos o Corazón loco, de series de televisión como Turno de oficio, de documentales como Refugiados en Bosnia-Herzegovina, avalan la trayectoria de este cineasta que todavía se considera un novato en la dirección.

"Me divierto más escribiendo. Creo que encaja mejor en mi carácter, al margen de que me resulta ingrato eso de dar órdenes en un rodaje o decidir desde el vestuario hasta la colocación de los actores". Mientras prepara las maletas para acudir al Festival de San Sebastián que comienza el próximo día 17, Fernando León cruza los dedos para que la respuesta del público y de la crítica respalden este Barrio que ha dirigido con la cabeza, pero también con el corazón.

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