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OPINIÓN DEL LECTOR
Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Vergüenza por el cabo de Gata

¡Qué vergüenza! ver el Parque Natural del Cabo de Gata definido como "reserva natural", envuelto por kilómetros de extensiones de plástico. Son invernaderos y manchan incongruentemente y de forma irrespetuosa un paisaje fantástico y maravilloso. Lo más repugnante del caso es que la mayoría de estas plataformas de plástico son ilegales y las autoridades locales lo saben pero no hacen nada para evitarlo. ¿Qué ofrece el departamento de turismo de Almería a los turistas que esperan ver una reserva natural y playas vírgenes? La respuesta es contundente, un desierto plastificado y unas costas hacinadas de gente y llenas de basura, envueltas de complejos hoteleros y apartamentos. El Parque Natural de Doñana ofrecía también un bello entorno y playas mágicas, pero ahora está envuelto en un desastre ecológico que ya se había previsto. Veremos también qué pasa con la reserva natural del Cabo de Gata. El desmesurado crecimiento de invernaderos supone un desgaste, a corto plazo, del entorno, tanto en fertilidad del terreno como de sus especies vegetales y animales, así como de sus reservas de agua. A esto se añaden los efectos tóxicos que producen los pesticidas e insecticidas varios que utilizan para "el buen rendimiento" de sus cultivos. Un ejemplo claro son los invernaderos al lado de campings. Es aberrante, ya no sólo por deteriorar físicamente el paisaje sino por la nocividad de los gases que desprenden esos productos químicos hacia los que queremos disfrutar de forma natural de nuestras vacaciones. Lo cierto es que esto ya está denunciado a los ayuntamientos pero hacen oídos sordos. Así podemos redefinir el término reserva natural para destinarlo a: parque reservado naturalmente a intereses políticos y económicos por grandes compañías de producción agrícola.- y Mercè García Olivella. .

Protesta en Tarifa

Los vecinos de las calles Santísima Trinidad y Carnicería, de la ciudad de Tarifa, queremos hacer pública la situación que padecemos un verano tras otro. El problema es que vivimos a muy pocos metros de tres bares de copas: La Ruina, Taco-Way y Soul Café, todos en el mismo edificio, que está construido sobre un trozo de muralla. La Ruina dice que tiene permiso de música y no sabemos cómo se lo han podido dar si no está insonorizado, teniendo además en el techo unas grandes cristaleras que levantan todas las noches. Ponen la música al máximo, sin ningún tipo de limitador, llegando a medir la Policía Municipal, en el interior de nuestras casas, más de 90 decibelios. Los otros dos establecimientos hacen lo mismo, puesto que saben de antemano que no les van a hacer nada. Cuando llega la policía bajan la música y cuando se va vuelven a subirla a tope. Así, los vecinos sólo contamos para pagar impuestos, mientras que en Tarifa la ley brilla por su ausencia. La calle está llena de gente bebiendo, fumando hachís, tomando pastillas y cocaína, que se venden descaradamente en las esquinas sin que ninguna autoridad haga nada al respecto. Hay cientos de personas sentadas en las aceras y puertas de viviendas vociferando, vomitando, orinando, rompiendo vasos y botellas, cantando y palmeando en los coches y nadie ve nada. Si vas a entrar a tu casa tienes que hacerlo a la tremenda, teniendo que soportar las impertinencias de esa masa: ha una amenazado a un vecino con una navaja por el solo hecho de querer entrar en su portal. La calle es de ellos. Y así año tras año, poniendo denuncia tras denuncia que no sirven para nada. Hemos ido a exponerle la situación al alcalde; nos recibe con buenas palabras, pero no adopta ninguna medida que la resuelva. Y aquí estamos todos los vecinos sin algo tan elemental como es el descanso nocturno, pues hay niños, personas mayores y gente que tiene que trabajar, a los que no dejan descansar día tras día porque cuatro desalmados que no caben en su tierra tienen que hacer el agosto aquí en nuestro sufrido pueblo.- y 21 firmas más. .

Andalucía anacrónica

No sé que es lo que me produce mayor estupor y asombro; que a las puertas del siglo XXI un joven secretario de Estado (de apenas 35 años) sea objeto de investigación por un uso particular de las Fuerzas de Seguridad del Estado (Guardia Civil) en una cacería en la siempre feudal tierra cordobesa, habiendo aprendido ya a su bisoñez política de los usos caciquiles de la oligarquía agraria de primeros de siglo, o bien que aún siga recordando el trofeo de fútbol veraniego más importante de nuestra tierra al flamante alcalde de Sevilla, nombrado el 18 de julio de 1936 por el general sublevado de Tordesillas. Quizá en recuerdo a su figura y apellido represor, o en recuerdo a la supresión que él mismo hizo de las escuelas públicas en la ciudad de Sevilla o al mantenimiento de los empleados de la Caja San Fernando durante 10 años en un colectivo laboral sujeto a una insignificante contribución al Instituto Nacional de la Seguridad Social, o a los motivos por los cuales fue expulsado de la presidencia de esta institución benéfico-social de entonces tras descubrir su autorización para la creación de viviendas de lujo con fondos de carácter social o quizás por otros motivos que por pudor cuesta trabajo nombrar. Salir del asombro de todo esto o no caer en él es todo un ejercicio de ignorancia; quizá la que él pretendió con la supresión de las escuelas.- . .

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