¿Qué centro?
El señor Aznar ha decidido centrarse. Esto significa que, hasta ahora, ha estado descentrado, escorado. Estos políticos no dejan de producirme asombro. Investidos de no sé qué carisma que los protege de todo error, cuando, por conveniencia o incluso sinceramente, varían de rumbo, no se consideran veletas, sino que se autoalaban por su visión histórica. "Siempre que permanezca lo esencial...", se tranquilizan. Reconocer un error, y corregirlo, es de sabios siempre que de antemano no nos arroguemos el don de la infalibilidad. Agarrados a sus dogmas, practican el camaleonismo más descarado, pero son incapaces de reconocer la necesidad de un sano relativismo que pueda ponerlos en duda, temerosos de perder su identidad. Pero, en realidad, ¿lo intentan siquiera? ¿Por qué no quieren aceptar que no hay rígidos dogmas, sino flexibles puntos de vista para discutir, completar o corregir? Que no hay soluciones totales y únicas para cada problema a que se enfrenta el ser humano. Eso ha conducido siempre a la autocomplacencia de unos pocos y el sufrimiento de todos. La historia política, religiosa, moral, económica, etcétera, lo tiene hartamente demostrado. La única salida es "centrarse".Pues bien, ¿qué centro es el que ha escogido Aznar? ¿El suyo propio o el que es de todos y, a la vez, de nadie? Me temo que el primero, y para ese viaje no hacían falta alforjas. Gallinas del mismo corral. ¿Qué ha encontrado el señor Aznar en su particular camino de Damasco para este giro tan "radical"? ¿Qué resplandor le ha cegado y desmontado de su brioso corcel neoliberal y autoritario? ¿Qué voz ha oído Aznar? Quizá los días de Álvarez Cascos estén contados. Poco más.- .
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