Kohl y Schröder ofrecen dos visiones de Alemania en el último duelo de la campaña electoral
El canciller federal alemán, el democristiano Helmut Kohl, y su rival, el socialdemócrata Gerhard Schröder, trasmitieron ayer mensajes opuestos en un duelo personal, que, de no mediar sorpresa, será el último antes de las elecciones legislativas del 27 de septiembre. El escenario del mano a mano entre ambos políticos fue la sesión final del Bundestag (Parlamento alemán) de la actual legislatura (1994-1998), y la batalla se libró en tres terrenos: la política internacional, el sistema de seguridad social y la reunificación de Alemania.
Fiel a su divisa de seguridad a toda costa, Kohl, de 68 años, jugó con los miedos de sus compatriotas ante las influencias negativas del mundo exterior (las crisis financieras de Asia y de Rusia, principalmente). Por su parte, Schröder, de 54 años, apeló a las esperanzas de cambio de Gobierno, en nombre de una idea de modernidad que sugiere riesgos, pero dentro de un orden.Detrás de las palabras de uno y de otro se perfilaba ayer la labor de dos equipos políticos -dividido y cansado el del canciller y disciplinado el de su rival-, que intentan ganarse los votos de los muchos indecisos. Consciente de su superioridad ante la cámara, Schröder propuso un debate televisivo. El canciller, sin embargo, prefiere los encuentros con el pueblo por calles y plazas. Con todo, el veterano Kohl ha dado señales de preocupación por la superioridad de la campaña de imagen de Schröder y ha cambiado su estrategia para prestar más atención al medio televisivo.
El canciller habló más de una hora y pasó revista a sus credenciales en política internacional, tratando de demostrar que sólo él tiene la experiencia necesaria para guiar el timón de Alemania entre las inestabilidades del mundo exterior. Para conseguir este efecto, contrapuso la enumeración de méritos propios con las supuestas pifias de su rival en el pasado, y reprochó a Schröder su oposición a la doble decisión de la OTAN allá en los años ochenta, sus críticas al proceso de unificación europea y al euro y su escepticismo, trasformado después en "insolidaridad", ante la reunificación alemana.
En el terreno internacional, Kohl se movía en su elemento. "La confianza en Alemania es un caro capital político", afirmó el dirigente, según el cual el país se ha ganado el respeto en el mundo durante su mandato. Entre las razones que impulsaron la puesta en marcha de la moneda única estaba el miedo de los aliados europeos "a que los alemanes pudieran aspirar a una hegemonía" tras la reunificación, confesó el canciller.
Schröder no quiso entrar a discutir los méritos de Kohl, pero se mostró lapidario: "Usted no tiene capacidad para el futuro"."Usted no está en disposición de unir las fuerzas creativas que existen en Alemania y de llevarlas al siglo XXI", y añadió: "Alemania no se puede permitir" cuatro años más de Gobierno Kohl.
Rusia ocupó un puesto importante en la discusión. El canciller recordó a los legisladores que Alemania ha tenido que pagar tanto por la reunificación del país como por la retirada de las tropas soviéticas, y expresó su agradecimiento al presidente de Rusia, Borís Yeltsin, por haber realizado la retirada entre 1993 y 1994, acelerando así un proceso que hubiera podido seguir hasta hoy, ya que Alemania tenía por entonces, según Kohl, una posición de debilidad en el mundo que no le permitía presionar más.
La estabilidad en el continente depende de Rusia, "que un día volverá a remontar", aunque ahora esté pasando una crisis, cuya resolución depende de las fuerzas políticas internas y no de los créditos exteriores, afirmó Kohl. Sin Rusia no se puede solucionar los conflictos de la ex Yugoslavia, señaló el canciller, que hizo velados reproches tanto a EEUU como a los aliados europeos en su tratamiento del problema de los refugiados del Kosovo. Alemania, según dijo, no necesita lecciones de EEUU sobre cómo comportarse con los refugiados, y los socios de la Unión Europea, sentenció, van a la zaga en la acogida de los refugiados.
En el asunto ruso, Schröder mostró una visión diferente. Mientras el dirigente alemán y Yeltsin se relajaban en la sauna, en Rusia una minoría se enriqueció a costa de los demás de tal modo que unos tienen hoy villas en la Costa Azul y otros viven en la pobreza. Rusia enseña que la atención de los asuntos sociales resulta necesaria para que funcione la economía, dijo Schröder, que utilizó el ejemplo para criticar la política social de Kohl, a quien acusó de ser el "canciller del paro".
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