El descubridor del "Titanic"
Robert Ballard celebra en Madrid el 13º aniversario de su histórico hallazgo
Ayer hizo 13 años que Robert Ballard, el famoso explorador estadounidense, descubrió el Titanic descansando a 3.000 metros de profundidad tras su trágico hundimiento en abril de 1912. Ballard, de 56 años, recordó ayer en Madrid aquel momento que marcó su vida sobre todo porque le hizo darse cuenta de lo anticuadas que están las leyes del mar. Desde el primer momento, este científico, que se declara enamorado de los mares profundos aunque naciera en Kansas, en el interior profundo de Estados Unidos, se opuso a que se extrajera nada del naufragio del Titanic y ayer aseguró que se arrepentía de haber dicho dónde estaba el barco que descubrió en colaboración con científicos franceses.Ballard afirma que ahora el propietario del naufragio, que lleva extraídos 8.000 objetos, entre ellos un trozo del casco que salió a la superficie el mes pasado, le prohíbe sumergir sus robots en la zona, pero que a la larga él va a ganar la batalla de preservar los naufragios históricos. Hoy tiene previsto hablar sobre el tema en Lisboa, en el marco de la Expo 98, dedicada a la exploracion y la conservación de los océanos.
A pesar de tener numerosos títulos científicos, Ballard se define a sí mismo como explorador. "Soy oficial de la Armada y científico, y eso me hace ser mejor explorador", asegura. Fruto de su saber hacer y de su empuje cuando trabajaba en el instituto oceanográfico de Woods Hole son los robots Jason y Argos que han explorado ya numerosos naufragios, así como el minisubmarino Alvin.
Ahora preside su propia empresa de exploración marina y está implicado en otras actividades educativas y de investigación. Entre los naufragios modernos que ha descubierto están el acorazado Bismark, el Lusitania, el Britanic y el Andrea Doria. Hace sólo unos meses, halló por encargo de la Marina estadounidense el portaaviones Yorktown, hundido junto a Midway, en las islas Hawai, durante la II Guerra Mundial. Pero también tiene en su haber descubrimientos que han hecho historia en el conocimiento de la geografía marina: las fuentes termales que existen en algunas cordilleras marinas a gran profundidad y que albergan extrañas y hasta entonces totalmente desconocidas formas de vida.
El verano pasado Ballard hizo su primera incursión en el Mediterráneo, lo que provocó algunos roces con las autoridades italianas, asustadas por el poderío tecnológico de que dispone. Descubrió, asegura, un enorme yacimiento de naves romanas en la ruta más importante de la antigüedad entre Italia y el norte de África, pero no va a decir dónde están mientras no se garantice su conservación. Según las leyes del mar, la protección de los pecios se extiende sólo hasta las 12 millas de la costa, y más allá el primero que llegue y extraiga algo obtiene el derecho sobre el naufragio. "En el mar hay muchas más antigüedades que en todos los museos juntos", afirma Ballard, pero también señala que muchas veces no hace falta ni conviene extraerlas. "Dentro de poco podremos explorar las profundidades marinas manipulando robots desde nuestras casas, como hacen ahora desde las escuelas los niños que participan en mi proyecto Jason. La edad de la exploración marina acaba de comenzar".
También está iniciando la exploración del mar Negro, que le interesa por dos razones. Por un lado, la falta de oxígeno en sus profundidades, lo que debe implicar una mejor conservación de los barcos hundidos por la ausencia de fauna. Por otra parte, existe la teoría de que el diluvio universal fue en realidad una inundación que tuvo lugar en aquella zona hace 7.000 años, cuando la subida del nivel del mar por el derretimiento de los glaciares provocó la entrada del océano en lo que hasta entonces era un lago. Según esta teoría allí construyó Noé su histórica arca.
Ballard lleva 22 años siendo financiado en gran parte de sus expediciones por la sociedad National Geographic y a esta conexión se debe su presencia en España, ya que la edición en español de la revista presenta este mes imágenes en tres dimensiones tanto del Titanic como de Marte. Pero al mediodía de ayer, Ballard, que tenía que dar más tarde una conferencia en la Escuela Naval, sólo soñaba con tener tiempo para ver algo del Museo del Prado.
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