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Tribuna
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Un acertijo metido en un misterio

Soledad Gallego-Díaz

Winston Churchill opinaba que era imposible predecir qué haría Rusia en determinadas circunstancias, porque ese país es "un acertijo metido en un misterio dentro de un enigma". Probablemente, las cosas han cambiado tanto desde la época de Churchill que ya ni Rusia es tan misteriosa. O quizá lo siga siendo, pero ya le da igual al resto del mundo. Basta leer los artículos publicados esta semana para darse cuenta de que los expertos están mucho más preocupados por la incapacidad de Japón para poner en marcha las reformas que exige su propio declive que por la crisis financiera moscovita. Una actitud muy realista, si se tienen en cuenta datos como los reflejados el pasado domingo por este periódico: la Bolsa de Tokio perdió en una sola semana el equivalente al PIB ruso. A Rusia se le presta tanta atención porque tiene armas nucleares, no porque se crea que sus dificultades puedan poner en peligro el entramado económico globalizado. Lo único que pone en peligro es la salud de sus propios habitantes, y ya escribió un poeta que no hay ningún país que domine como Rusia el arte de la destrucción de sus súbditos.Aun así, resulta chocante el vacío político que ha rodeado la crisis rusa, especialmente desde el punto de vista europeo. Y no sólo porque Alemania sea su principal acreedor, sino porque se supone que la Unión Europea pretende desempeñar un papel de "estabilizador" internacional y que esta crisis era una buena ocasión para demostrarlo. Qué mejor momento que cuando el presidente Clinton se encuentra debilitado por problemas personales, y el primer ministro japonés, Obuchi, paralizado por la negativa de su Parlamento a aprobar seis leyes vitales para controlar la crisis asiática.

Los días van pasando, sin embargo, sin que la UE parezca existir. Desde un punto de vista económico, la Unión está en un buen momento: Alemania y Francia se recuperan, faltan sólo cuatro meses para la entrada en vigor del euro y la existencia de una moneda y un mercado interior únicos parecen haber actuado como un buen pararrayos. Cierto que las bolsas se han sacudido, pero la especulación monetaria ha afectado sólo a divisas que habían decidido quedarse fuera del sistema, como la corona danesa o la sueca. En el caso danés, la presión ha sido tan fuerte que Copenhague ya ha enviado una carta al Ecofin pidiendo incorporar su moneda al sistema de cambios europeo a partir del 1 de enero próximo.

Desde el punto de vista político, el momento no es tan brillante. El canciller Kohl está metido en plena campaña electoral; Chirac y Jospin, absortos por motivos distintos, en la peculiar desaparición del centro-derecha francés, y Blair (que preside el Grupo de los Siete) tiene todavía poca práctica.Los funcionarios de la Comisión, por su parte, bastante tienen con preparar la cumbre de octubre, donde se discutirá el reparto de poder entre Bruselas y los Estados nacionales.

La UE está seguramente más preocupada por el éxito del euro que por sus responsabilidades internacionales, y por eso le importa mucho más saber hasta qué punto la crisis asiática afectará al crecimiento de EEUU y qué hará la Reserva Federal que todos los enredos de Yeltsin. La crisis del rublo no exacerba la crisis internacional: una subida de los tipos de interés norteamericanos, sí. Y por si había dudas sobre la postura del FED, uno de sus más altos ejecutivos, William McDonough, la dejó bien clara la semana pasada: la "fragilidad" de la situación económica mundial es un factor importante a la hora de tomar decisiones, pero la Reserva Federal, en última instancia, decide de acuerdo con los intereses exclusivos de la economía norteamericana. Y añadía que no deberíamos preocuparnos porque, dado el peso de esa economía, "lo que es buena política monetaria para América, es buena política monetaria para el mundo".

Dentro de cuatro meses, el Banco Central Europeo se encontrará con el mismo panorama: ¿qué papel debe jugar la Unión en el desarrollo de la primera crisis auténticamente globalizada de la historia?, ¿debe, o puede, la Europa del euro reclamar un cierto liderazgo? Quizá haya que esperar a conocer el informe que presentará hoy en Francfort el jefe del Departamento de Estudios del BCE, el brillante economista alemán Otmar Issing, para saber si la Unión Europea tiene alguna idea que ofrecer al mundo en estos peligrosos momentos.

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