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Tribuna:GENTE EN VERANO
Tribuna
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Se acabó el recreo

Miguel Ángel Villena

"Pesco y navego. Hago pesca submarina y pesca de superficie, hago vela, hago windsurf, que es otra forma de hacer vela, nado y preparo paellas; también leo, aunque no mucho, sobre todo si hace buen tiempo". Después de esta frenética actividad del mes de agosto en Galicia, que ayer relataba en una entrevista Loyola de Palacio, un auténtico portento deportivo, la ministra de Agricultura y Pesca debió encontrar aburridísimo el primer Consejo de Ministros tras las vacaciones. Decretos, papeles y problemas esperaban en Madrid a esta ministra que, como cuentan con su peculiar sorna algunos gallegos, se ha dedicado a practicar el submarinismo mientras se quemaban los montes. Según algunos dirigentes del PP gallego, el fuego ha obedecido a una suerte de conspiración, no sabemos si judeomasónica. En cualquier caso, toda una paradoja, o una esquizofrenia si bien se mira, en la titular de Agricultura y Pesca.Pero, al margen de esta apoteosis de ejercicio físico de Loyola de Palacio, las vacaciones de los ministros han rayado más bien en el tedio y en esa normalidad ritual que tanto le gusta pregonar al presidente del Gobierno. Porque José María Aznar sigue fiel al guión de los últimos veranos, que incluye pádel y paseos en Oropesa de Mar (Castellón), en la faceta marítima de las vacaciones y visita a los monjes de Silos y dominó en Quintanilla de Onésimo (Valladolid), en la vertiente de la Castilla profunda. Gentes de orden y costumbres familiares donde los haya, los ministros no son muy partidarios de vacaciones exóticas ni de viajes al extranjero. No vaya a ser que se encuentren en la vuelta al cole con la sorpresa de que otro ocupa su pupitre en La Moncloa. La mayoría de miembros del Ejecutivo se ha dedicado así a lo que en lenguaje parlamentario se llama pastorear la provincia. Javier Arenas ha veraneado en playas andaluzas; Mariano Rajoy y José Manuel Romay han estado en su tierra gallega; Isabel Tocino y Esperanza Aguirre han cumplido con Cantabria o Josep Piqué ha regresado una vez más a la comarca de la Cerdanya después de pasar unos días en Asturias, donde combinó la mediación política y deportiva junto al díscolo Sergio Marqués. Con ese tono suyo, tan escueto y catalán, Josep Piqué se limitó a decir ayer, al comienzo de su comparecencia ante los periodistas, aquello de "ha comenzado el curso". Lo que, en término escolares, viene a traducirse por un se acabó el recreo.

Ahora bien, no todos los catalanes responden al tópico de trabajadores y otro Josep, éste de apellido Raich, todavía sigue de vacaciones y ayer se convirtió en el visitante número seis millones de la Expo de Lisboa, según informa Javier García. De todos modos, no siempre el regreso a la rutina doméstica es sinónimo de depresión. Que le pregunten al presidente de la República Checa, Václav Havel, que ayer abandonó con una sonrisa un hospital de Praga para seguir en su casa la recuperación de sus enfermedades. Sin embargo, lo que nunca está descartado a la vuelta de vacaciones es tropezarse con sorpresas. ¿Quién le iba a decir a un paisano del pueblecito de Plouguiel, en Bretaña, que iba a encontrarse en el subsuelo de su finca 1.200 obuses que permanecían allí enterrados desde la Segunda Guerra Mundial? Para susto el que se llevó una mujer de Niza que dejó las llaves de su casa a una vecina para que le regara las plantas y le recogiera la correspondencia durante sus vacaciones y ayer descubrió que una pareja italiana, con tres hijos, se había instalado tan ricamente en su apartamento. La información de France Presse no aclara si la vecina cuidó de las plantas.

Entretanto, Tráfico pidió ayer prudencia a los ocupantes de los ocho millones de vehículos que regresan al cole durante este fin de semana. Como diría un mexicano: "No se me derrumben".

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