Terror al miedo escénico
Los artistas se enfrentan a dos aprendizajes: la técnica y el control emocional
No se trata de recurrir a la brujería. Si una persona dedica su vida a prepararse para ser profesional, debe dedicarse, de forma paralela, a prepararse psicológicamente para enfrentarse al público. De otra forma, y a la mínima de cambio, el artista no podrá superar los nervios. Los síntomas de esas crisis son: fallos de memoria, mente en blanco y pánico al escenario (el stage fright). Las consecuencias: la incapacidad de volver a enfrentarse con el público.
El problema es más grave que en otras profesiones, y, si uno no se ha preparado para ello, surge cuando menos se lo espera. "Aflora cuando un músico profesional de alto nivel sufre un problema psicológico o físico, o una enfermedad. Su forma baja de manera abismal y después de ello le resulta muy complicado volver a recuperar el nivel de interpretación que había alcanzado. En ese momento empiezan a aparecer esos síntomas que le anulan".
Así lo explicaba esta semana Jean Harvey, decana de la facultad de cuerda de la Royal Academy of Music, de Londres. Harvey ha impartido el seminario Exploring teaching methodology in music en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo, en Santander, junto a otro músico y también experto en pedagogía musical, el director del Área de Piano del Radley college of Music, Anthony Williams.
Han sufrido miedo escénico decenas de grandes músicos a lo largo de la historia y les sigue sucediendo actualmente. Muchos de ellos sufrieron un bloqueo mental y poco tiempo después volvieron a la música. Pero nunca fueron los que eran. Y lo peor, eran conscientes de ello. Este síndrome afecta por igual a toda clase de intérpretes: los violinistas somatizan a menudo el pánico psicológico en una parálisis en el brazo y los pianistas ven, por ejemplo, borroso el teclado o se pierden por él.
Harvey destripa la psicología de estos músicos y lo que pasa por su cabeza cuando entran en la espiral del miedo escénico: "Existe una frialdad propia del profesional de nivel muy alto. Para conseguir mantenerse en ese nivel es imprescindible tener un tipo de frialdad que raya la crueldad. El músico necesita ser distante y debe distanciarse de los demás, sentirse diferente a los demás para lograr mantener esa distancia con el público que le permite no dejarse llevar por los nervios".
Los músicos que sufren estas crisis tampoco se sienten capaces de tocar en privado, "¿Cómo conformarse con hacer de la música un hobby cuando ha sido lo único importante en su vida?", cuestiona Harvey. "Es lo que sienten también algunas estrellas de cine cuando un día se ven viejos y no son capaces de seguir. Los músicos que pasan una gran crisis nunca más sienten el mismo placer por tocar, son conscientes de que no lo están haciendo como antes y lo dejan todo".
En la Royal Academy of Music dedican siete u ocho años del aprendizaje a enseñar, a la vez, a "controlar los nervios", explica Harvey, "porque hay que cuidar bien, y de forma estricta, la manenera de enfrentarse al público".
Babelia
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