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Investigada por un caso de drogas la mujer que simuló la voz de Anabel Segura

La policía acaba de descubrir el rastro de Felisa García Campuzano, la mujer encartada y condenada por el secuestro de Anabel Segura, envuelto en otro sucio asunto. Su carné de identidad figura entre los utilizados por una banda internacional de narcotraficantes para blanquear el dinero procedente de la distribución y venta de cocaína en España. Agentes de la Unidad Central de Estupefacientes ya han detenido a seis personas y recuperado 80 millones de pesetas y 51 kilos de cocaína de gran pureza. Ahora tratan de averiguar el grado de implicación de Felisa.

La mujer -apodada La churrera de Pantoja- fue condenada en febrero pasado a seis meses de cárcel por encubrir a su marido -Emilio Muñoz Guadix, autor junto a Cándido Ortiz Añón del secuestro y asesinato de Anabel Segura- y por simular la voz de la joven cuando ya llevaba dos días muerta, en un intento que resultó baldío de cobrar el rescate. Tras la detención de los autores del crimen, Felisa García, de 37 años, pasó cinco meses en la cárcel de Brieva (Ávila) hasta que su madre pagó la fianza.Aunque anunció que volvería a su pueblo, Pantoja (Toledo), nunca lo hizo. Se instaló en la casa de su familia en Vallecas, un barrio de Madrid, y fue allí donde la policía sospecha que pudo entablar relación con algún miembro de la banda de narcotraficantes desarticulada ahora. Precisamente en Vallecas la policía descubrió uno de los dos pisos de seguridad que los narcotraficantes -colombianos, venezolanos y españoles- utilizaban en Madrid. También poseían infraestructura en Barcelona, y allí fue donde detuvieron a la responsable de la organización en España, Nidia Yaite R. P., una colombiana que solía actuar bajo el nombre falso de María Delfina Guativonza.

La banda de María Delfina tocaba todos los palos de la droga. La importaba, la adulteraba -en un piso de Madrid se encontró amoniaco, acetona y otras sustancias-, la distribuía y luego blanqueaba el dinero. De pesetas sucias a dólares limpios. El método era el siguiente: María Delfina entregaba el dinero -hasta 15 millones en pesetas en cada envío- a José Luis B. G., apoderado de una agencia de cambios en Madrid. También le facilitaba una serie de copias de carnés de identidad españoles y pasaportes colombianos para que pudiera justificar, a través de su agencia, los cambios de moneda. Los titulares de los documentos -por lo general delincuentes de poca monta- se prestaban al chanchullo ilegal a cambio de una comisión. En el lenguaje de las comisarías, a este tipo de personajes se les conoce por pitufos. Su actividad apenas es sancionada, pero gracias a ellos los narcos consiguen lavar mucho dinero. Sólo en los últimos días, la banda de María Delfina cambió divisas por valor de 110 millones de pesetas. Una pequeña parte gracias al carné de Felisa García.

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