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OPINIÓN La Formación Profesional en Andalucía

El deterioro de la enseñanza pública en Andalucía está alcanzando cotas insoportables y el fracaso más estrepitoso de la gestión socialista se cierne sobre los andaluces sin que nadie ponga remedio a tan espantosa catástrofe. Si el progreso de una sociedad se mide por el sistema educativo que la nutre, podremos afirmar, sin temor a equivocarnos, que uno de los mayores problemas que padece nuestra comunidad autónoma es la ausencia de un proyecto educativo. El edificio construido se ha vuelto insostenible, territorialmente desigual y discriminatorio, y la política se caracteriza por un ejercicio de recorte continuo, sin el menor escrúpulo y sin ni tan siquiera una mínima evaluación de los diversos programas iniciados en los últimos años. El problema educativo adquiere en la Formación Profesional dimensiones extremas para la sociedad andaluza por las cuestiones formativas, sociales y económicas que quedan afectadas. En nuestra comunidad autónoma, el paro golpea fuertemente, el desempleo juvenil alcanza niveles extraordinarios y existe un déficit industrial, empresarial y de cualificación que nos impide el despegue deseado. Ante tamaña cuestión, la Consejería de Educación ha demostrado una vez más su incapacidad para confeccionar una red formativa vital para el desarrollo de Andalucía y un sistema ágil, versátil, bien dotado y coordinado que se ajuste a las necesidades sociolaborales de nuestros pueblos, ciudades y comarcas. Después de 15 años de competencias exclusivas en materia educativa, los socialistas han sido incapaces de realizar una previsión que asegure la calidad en la oferta de estos estudios profesionales, la adaptación al entorno socioeconómico de los mismos y la suficiencia financiera para garantizar las dotaciones de material y de profesorado en los centros. Todavía no se ha publicado, escondido como sierpe, el tantas veces prometido Mapa de la Formación Profesional de Andalucía y el incumplimiento de los objetivos del Plan Andaluz de la Formación Profesional es sobresaliente: ¿Dónde están la metodología para el análisis del mercado de trabajo, el primer informe de necesidades de formación, el modelo de orientación e información profesional y el documento sobre necesidades de actuación para la adecuación de los recursos? En este ámbito, el Consejo Andaluz de la FP, órgano de participación de los diversos agentes administrativos, sociales y económicos, encargado de coordinar los diferentes subsistemas de formación vigentes, se ha mostrado incapaz de articular un marco estable y operativo de actuación en esta materia. Por otra parte, los Consejos Escolares Municipales, probablemente uno de los mejores instrumentos de análisis y diagnóstico de la realidad económica y laboral de nuestros pueblos y ciudades y de las necesidades formativas de nuestros jóvenes, no han sido consultados, ello a pesar de que el texto del Pacto Local y a propuesta de la misma Consejería de Educación se explicite "que los ayuntamientos intervendrán en la planificación de la Formación Profesional Específica". De todo es conocido que Terminator Pezzi sólo utiliza a las entidades locales para pedirles dinero o encajarles nuevas competencias y que teme que los ayuntamientos le demanden esta vez unos ciclos formativos que descubran las debilidades y carencias de su Consejería. En este preocupante ámbito, la oferta actual de Formación Profesional en los institutos andaluces es cicatera, comarcalmente pobre, poco innovadora, asentada sobre familias formativas agotadas y concebida de espaldas a las exigencias actuales y futuras de la sociedad andaluza. El reciente estudio publicado por UGT e IFES sobre sectores económicos emergentes en la provincia de Sevilla es un buen ejemplo del divorcio existente entre formación y empleo, entre organización académica y obtención de un puesto de trabajo. También es obligado destacar que la escasa y poco atractiva oferta de ciclos formativos está provocando una distorsión perversa en el sistema educativo, cual es la saturación de los bachilleratos. El índice de fracaso escolar es abrumador y está provocando que los estudios de formación profesional vuelvan a ser considerados como puerto de fracasados y no como una opción educativa adaptada a la singularidad del alumno, conducido a estas disciplinas tras un proceso de orientación educativa y vocacional. Si a ello añadimos que la formación en centros de trabajo, inserta por ley en el mismo currículo, no está garantizada en las condiciones actuales, y sumamos las situaciones de precariedad en las infraestructuras y dotaciones educativas, el panorama de la Formación Profesional en Andalucía es ciertamente desalentador. En el marco de un Plan Nacional de Formación Profesional recientemente aprobado por el Gobierno de Aznar y un Plan de Empleo confeccionado por el Ministerio de Trabajo que ha sido elogiado en la Unión Europea, las autoridades educativas andaluzas deberían apostar seria y de manera decidida en materia de formación profesional, y no dar el espectáculo diario de la consagración de la chapuza como fórmula general de gobierno. ¿No hay entre los socialistas algún dirigente más responsable, menos frívolo, más serio y menos demagogo, que conduzca a la Formación Profesional y a la educación en general hasta las cotas de calidad que nos merecemos los andaluces?

Rafael Salas Machuca es diputado autonómico del PP por Sevilla.

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