Un nuevo decorado para la Tomatina
Más de un asiduo participante en el festejo más popular e incruento de la geografía valenciana se sorprenderá, sin duda, al internarse en el fragor del combate -que cada último miércoles del mes de agosto se desarrolla en la Plaza del Pueblo de Buñol- y en el que como única munición se utilizan tomates -repartidos en camiones por el propio Ayuntamiento-, y descubrir que, en apenas un año, cinco hermosas palmeras de más de seis metros de altura han crecido en pleno centro de la batalla. Y es que el Ayuntamiento de Buñol ha acometido durante este invierno la remodelación de la Plaza del Pueblo y de las calles adyacentes, unas obras no exentas de polémica, tanto por la excesiva duración de las mismas, cuatro meses más de lo previsto, como por la disparidad de criterios a la hora de su ejecución. "Las obras se retrasaron más de la cuenta debido a que tuvimos que solventar problemas en el subsuelo, fundamentalmente de sustitución de canalizaciones de aguas limpias y sucias, que descubrimos cuando levantamos el firme", ha explicado el concejal de Urbanismo, Vicente Roca, para quien la polémica sobre el acabado final es totalmente comprensible, "ya que sobre gustos no hay nada escrito", ha añadido. Hacía más de 50 años que no se llevaba a cabo una actuación urbanística de envergadura en la plaza, curiosamente casi los mismos años de vida de los que goza el popular festejo, cuyo nacimiento los cronistas del lugar datan a mediados de la década de los 40 y que nació en ese mismo escenario gracias a la broma de unos amigos que acabaron enzarzados a tomatazos. La remodelación, inspirada en la antigua obra existente, ha consistido básicamente en la sustitución del pavimento antiguo "de hormigón basáltico", que ya no se fabrica, por adoquín prefabricado de color gris y blanco, en el interior de la calzada, y de pavimento artificial imitación a piedra en el resto, de mayor facilidad en caso de reparación, de mejor acabado estético y, como no, "todo él antideslizante", explica Roca. Además, las acometidas de alcantarillado, de agua potable, de gas ciudad, electricidad y alumbrado público también han sido modificadas. Sin embargo, lo más llamativo de la nueva plaza no deja de ser, junto con el nuevo mobiliario urbano (todo él resistente al ácido del tomate); junto a las nuevas farolas (tipo barco colgadas en catenaria y con cristales blindados a prueba de impactos "de cualquier tipo"); y junto con los 116 bolardos con iluminación interior y de acero inoxidable (que han sido desmontados para evitar accidentes durante las fiestas); las cinco palmeras colocadas en pleno centro de la plaza, lugar donde tradicionalmente se desarrolla la Tomatina. "Aunque siempre hay voces discrepantes, el pueblo en general ha acogido con agrado la instalación de las palmeras, que han dado un aspecto más limpio a la plaza", ha matizado el responsable de urbanismo, para quien éstas "no entorpecerán para nada el desarrollo de la fiesta del tomate". Necesariamente toda la remodelación, cuyo presupuesto ha ascendido a algo más de 31 millones de pesetas, se ha realizado teniendo en cuenta en todo momento el popular festejo que cada año reúne a más de veinte mil participantes, "hasta hemos habilitado desagües especiales para el agua y el tomate que se abrirán ese mismo día, así la limpieza de la plaza, a la que todo el mundo está invitado, será más rápida y más efectiva", ha sentenciado el concejal.
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