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'Maracas 98'

La Alianza Atlántica, única organización militar internacional digna de tal nombre, principal baluarte de la defensa de los principios de la democracia y las sociedades libres, está realizando en la frontera de Albania con Kosovo lo que ha dado en llamar maniobras intimidatorias. Dice Bruselas que con esta demostración de fuerza pretende intimidar a Belgrado, en concreto al presidente de Yugoslavia, Slobodan Milosevic. Las maniobras han de ser todo un éxito sin duda. Es previsible que las tropas no sufran baja alguna salvo lamentable accidente de tráfico. Los cazabombarderos de la OTAN demostrarán lo bien que funcionan, es decir, que vuelan. Que nadie diga que las maniobras llegan en un momento inoportuno. Han comenzado puntualmente después de que las fuerzas de Milosevic concluyeran tranquilamente su ofensiva de tierra calcinada contra el Ejército de Liberación de Kosovo y la población civil. Las tropas serbias han tenido el tiempo necesario y el beneplácito de las autoridades del cada vez más tristemente célebre Grupo de Contacto (EEUU, Reino Unido, Francia, Alemania, Italia y Rusia) para acabar con la resistencia albanesa. Ahora, con Milosevic otra vez dueño absoluto de carreteras y territorios estratégicos, nuestros diplomáticos y estadistas dicen que ha llegado la hora de las negociaciones. Milosevic debe de estar muy intimidado. Habrán de decirnos qué es lo que podrán negociar ahora delegaciones albanesas, que no sean ridículas limosnas políticas. Aunque, por supuesto, cualquier donativo, por inútil que sea, será recibido con alborozo en Bruselas y por parte del Grupo de Contacto, serán vendidos ante la opinión pública internacional como un gran éxito en la resolución del conflicto y serán impuestos a los albaneses bajo la amenaza de ser abandonados a su suerte.

Los albaneses, al menos parte de ellos, han aprendido durante el último mes que están abandonados a su suerte. Cierto es que, como siempre que han combatido en su larga historia, los albaneses han sido voluntariosos, ilusos, caóticos e incapaces de unirse y organizarse. Sus ingenuidades, su insolvencia diplomática y sus baladronadas iniciales les granjearon enemigos donde tenían que haber conseguido aliados. Y su buena fe y su confianza en la palabra de los emisarios occidentales que por allí han pasado los acabaron de confundir. Lo han pagado caro. Y no sólo por las muertes ya habidas. La limpieza étnica es, si cabe, más traumática aún que la vida en otros escenarios balcánicos. La subsistencia de los clanes en la sociedad kosovar hace que, perdidos y destruidos los patios comunes en los que vivían decenas de familiares juntos, el desarraigo amenace con fuertes tensiones y formas desesperadas de resistencia. Este desarrollo no parece preocupar a quienes veían el peor problema en que los albaneses se levantaran en armas contra un régimen que los trata peor que a perros. Y Milosevic parece convencido, una vez concluidas las operaciones de la OTAN, de que podrá seguir con su política en Kosovo como si todo lo sucedido este año hubiera sido un pequeño incidente. Con un poco de suerte y cierto aumento del nivel de vida en Albania podría seguir creciendo su poder de convicción para hacer emigrar poco a poco a los albaneses haciéndoles la vida insufrible. Limpieza étnica light, digerible para estómagos sensibles en las cancillerías occidentales. Milosevic se reafirma y los mediadores occidentales hablarán del éxito de la limitación del conflicto y de su firmeza ante acciones intolerables. Como cuando salieron de Belgrado hace tres semanas diciendo que Milosevic les había prometido que la ofensiva había concluido. O como hace casi tres meses cuando la OTAN amenazó con ataques inmediatos contra Serbia si Milosevic no suspendía de inmediato la carnicería. Nadie se acuerda ya de aquello, porque la memoria es buena compañera de la vergüenza y ésta se halla en paradero desconocido. ¿Y los albaneses? Los albaneses quizá aprendan algo. Algunos con seguridad querrán llevar la guerra a Serbia. Y cuando estalle una bomba en el centro de Belgrado que matará a inocentes, no a Milosevic ni a su familia ni a sus matarifes, esperemos que nuestros célebres mediadores se muestren más conmovidos que ante las matanzas habidas en Kosovo. En todo caso nadie desespere, las maniobras de la OTAN dignas de un nombre glorioso, tal de "Maracas 98", no ponen fin al conflicto, habrá muchas oportunidades para amenazar a Milosevic con juegos de guerrita y ruido de sables. Una vez concluyan las próximas matanzas.

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