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CRÓNICA EN VERDE.

Raíces de arena

La popularidad no es un seguro de vida, pero algunos atentados a especies animales y vegetales, amenazadas de extinción, han podido evitarse gracias a que eran suficientemente conocidas. La preocupación de los ciudadanos por la supervivencia de pinsapos o linces, especies que no resulta difícil identificar y sobre las que se han desarrollado múltiples campañas, se ha extendido de tal manera que cualquier actuación que afecte a sus poblaciones es recogida con alarma. Otras especies, sin embargo, no disfrutan de idéntico privilegio, aún cuando sus efectivos sean igualmente exiguos y se hayan dictado normas para su conservación. El enebro marítimo es uno de los vegetales que, a pesar de su delicada situación, sigue condenado al olvido. En toda Andalucía las poblaciones de este árbol, típico de la región mediterránea, apenas suman unos 9.000 ejemplares, bastantes menos que pinsapos. A pesar de todo, Andalucía sigue siendo la principal reserva de esta especie en toda la Península Ibérica, por delante de las pequeñas manchas que crecen en Cataluña, Valencia y Mallorca. Interés comunitario Desde 1992 la Unión Europea considera los bosques de enebro marítimo como hábitats de interés comunitario, clasificándolos además como de actuación prioritaria por su elevado riesgo de desaparición. El Gobierno andaluz, por su parte, incluyó a este árbol en el Catálogo de Especies de la Flora Silvestre Amenazada, aprobado en 1994, advirtiendo que se trataba de una especie en peligro. La destrucción de un solo ejemplar de enebro se considera falta muy grave, sancionada con multas que pueden ir desde los 10 a los 50 millones de pesetas. Asimismo, la Administración autonómica está obligada a establecer un plan de recuperación de la especie. El enebro marítimo se reparte, de forma discontinua, a lo largo de una estrecha franja litoral, de unos 225 kilómetros de longitud, que abarca desde El Rompido (Huelva) hasta Tarifa (Cádiz). Suele instalarse sobre dunas o bordes de acantilados costeros, nunca alejado más allá de unos cientos de metros de la línea marina. Sus raíces están adaptadas a este tipo de suelos inestables y su presencia contribuye a estabilizar los arenales propios de estas zonas. Casi el 90% de los enebrales andaluces crecen en el interior de dos espacios protegidos. En Doñana se calcula que existen unos 5.000 ejemplares, con abundante regeneración natural, mientras que en el Parque Natural del Acantilado y Pinar de Barbate (Cádiz) se encuentran otros 3.000 árboles, que también se vienen reproduciendo sin mayores problemas. En el resto del litoral que ocupa la situación es desigual, aunque con una clara tendencia a la desaparición. Así, por ejemplo, en el Paraje Natural de los Enebrales de Punta Umbría (Huelva) se han censado cerca de 300 individuos, aunque la mayoría son de bastante edad y la regeneración es escasa. Otros enclaves, como el puerto deportivo de El Rompido, apenas conservan una veintena de enebros, y los hay como las Dunas del Odiel (Huelva) o Punta de la Peña (Cádiz) que solo mantienen un individuo aislado. En Punta Camarinal y Punta Paloma, ambas en el litoral gaditano, las poblaciones de este árbol suman otros 300 ejemplares. Fuera de los espacios protegidos el futuro de la especie está hipotecado. Las zonas en las que crece suelen coincidir con áreas de expansión urbanística, y siendo un árbol poco conocido es talado sin mayores miramientos. El último incidente tuvo lugar la pasada primavera en Chiclana (Cádiz) cuando fueron arrancados unos 50 enebros, algunos de ellos de porte centenario, en una parcela de la urbanización Novo Sancti Petri. Los hechos fueron denunciados por la Federación Ecologista y Pacifista Gaditana (FEPG) después de que la Consejería de Medio Ambiente retrasara su intervención aduciendo que se trataba de terrenos urbanizables. Para evitar situaciones similares, este colectivo ha propuesto a la administración que informe a los ayuntamientos costeros de la localización en su término municipal de esta especie, para que así puedan tomar las medidas de conservación oportunas.

A salvo de urbanizaciones

El enebro marítimo es una de las víctimas menos conocidas de la presión urbanística que ha sufrido el litoral andaluz. Con las escasas referencias históricas a las que han tenido acceso, los investigadores de la Universidad de Sevilla que estudian la situación de esta especie han podido confirmar su desaparición en distintos enclaves de la costa gaditana como la Punta de Montijo (Sanlúcar de Barrameda), la playa de Regla (Chipiona), la dehesa de Monte Enmedio (Vejer) y La Línea. Además, las poblaciones de pequeño tamaño que crecen fuera de espacios protegidos se encuentran, según estos especialistas, en zonas potencialmente urbanizables, lo que hace temer por su regresión en el futuro. El borrador del plan de recuperación, que tendrá rango de decreto, contempla este tipo de situaciones y, así, establece la obligatoriedad de contar con una autorización o un informe previo favorable de la Consejería de Medio Ambiente para cualquier actuación que afecte a la especie en su medio natural. Cuando se trate de áreas no urbanizables, que vayan a someterse a alguna transformación, los enebrales que pudieran existir en las mismas deben quedar incluidos en los espacios libres de dominio y uso públicos. En el caso de fincas urbanizables las poblaciones de esta especie han de estar incluidas en los terrenos libres. Si estos fueran considerados como zonas ajardinadas los enebros deben integrarse como elementos de las mismas. La Universidad de Sevilla está estudiando, asimismo, la posible restauración de poblaciones desaparecidas, al mismo tiempo que recolecta semillas de la especie para su mantenimiento en el Banco de Germoplasma Vegetal Andaluz.

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