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Trabajar y jugar en casa

Un estudio universitario revela las claves del clandestinaje en el sector de juguete en Alicante

Trabajar en casa. Sin condiciones suficientes y con escasa retribución. El clandestinaje, la economía sumergida o externalización de los procesos de la producción son características de numerosos procesos productivos, pero sin embargo en el sector del juguete cobra especial importancia. Según los últimos estudios, el 70% de los empresarios jugueteros ha optado por externalizar una o más etapas de su proceso productivo. El profesor del departamento de Geografía Humana de la Universidad de Alicante, José Ramón Valero publicará en breve un trabajo en el que analiza cómo los empresarios de la Foia de Castalla han buscado los medios necesarios para desprenderse de algunas de las etapas del montaje y confección de los juguetes. Las amas de casa encuentran con este trabajo un sobresueldo para sus maltrechas economías, que en algunos casos representa la única fuente de ingresos en la familia. Las encuestas realizadas revelan que unas 2.000 mujeres, en un amplio radio que abarca desde municipios de Castilla-La Mancha o de Almería, como Oria o Chirivel, trabajan en la confección de trajes para muñecas que luego se montan en los grandes almacenes de Ibi. "En las fábricas se hace la confección, las muñecas de colección y el proceso más complejo de elaboración", comenta Valero. Los juguetes de piezas pequeñas son los que más se prestan a poder trasladar a casas particulares para su manipulación. Algunas de estas mujeres, en el mejor de los casos llegan a cobrar unas 18.000 pesetas semanales, y en otras 80.000 mensuales con jornadas de diez horas diarias. Unas cantidades que sólo cubren los gastos personales de la mujer o de los hijos. A finales de los años comenta un distribuidor de faena llegó a pagar a cien pesetas la hora por la confección de trajes. La solución a esta situación es compleja. "Si queremos ser un país moderno y competitivo en Europa es necesario acabar con el clandestinaje", afirma contundentemente Valero "pero estoy seguro que las empresas superarían mejor esta situación que las economías familiares que se benefician". Para este profesor que lleva varios años estudiando con detalle el sector del juguete la solución pasaría por incentivar el cooperativismo y poner en marcha unas incubadoras de empresas locales. "La intervención de la administración es fundamental para que estos trabajos se realicen en unas adecuadas condiciones laborales", agrega. "Es cierto que se ha reducido el clandestinaje en las empresas, pero ahora sale fuera y está en los hogares", comenta Valero quien explica cómo la implantación del IVA y del Impuesto de actividades económicas (IAE) ha llevado a los empresarios a buscar otras fórmulas. La realidad empieza a cambiar. Aunque el clandestinaje continúe siendo uno de los problemas del sector en la Foia de Castalla, en la última década han proliferado gran cantidad de talleres superespecializados, en procesos como el montaje, la confección, pintura y embalaje de los juguetes. "Esta situación ha provocado la diversificación industrial y un auge económico". José Ramón Valero reconoce que hacer frente, aplicando duras politicas sancionadoras y regresivas, al clandestinaje entraña ciertos riesgos. Algunos empresarios ya han empezado a adquirir trajes, piezas o elementos básicos para la confección de sus juguetes en países del tercer mundo o de Asia, donde la mano de obra es muy barata y en este caso no son mujeres las explotadas, sino niños de corta edad. El denominado producto amarillo se abre paso en los mercados de la Unión Europea y amenaza con ser el sustituto del trabajo que decenas de personas realizan en sus hogares para confeccionar juguetes. Una labor rápida y barata producto de la gran cantidad de mano de obra disponible. Para el profesor Jose Ramón Valero, autor de varios libros que analizan la historia y la situación del sector como "la industria del juguete en IBI 1942", superar la estacionalidad de la actividad juguetera con otras actividades industriales es la propuesta final de este estudio. La industria juguetera debe aumentar la descentralización productiva y racionalizar y diversificar el tejido laboral de la comarca. La tendencia a establecer relaciones sólidas con talleres profesionales y autónomos de la zona que proporcionan materiales complementarios, como el plástico y el cartón, debe aumentar. El futuro de estas empresas, de la Foia de Castalla, está en juego.

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