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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

La emboscada diaria

No es normal que unas decenas de alborotadores puedan aterrorizar a miles de vecinos y mantener en jaque durante horas a la Ertzaintza sin que se produzcan detenciones. El incendio, el sábado, de un edificio habitado por ocho familias en Getxo (Vizcaya) constituye un aviso de lo cerca que se está cada fin de semana de la tragedia. La policía vasca debe mejorar su eficacia en la prevención y represión de ese vandalismo juvenil. Y el nacionalismo democrático, ser más exigente con el mundo radical y abandonar el lenguaje paternalista y ambiguo con que a veces se refieren a esos aprendices de terroristas. El año pasado se produjeron en el País Vasco 970 acciones de violencia callejera, y el anterior, 1.130: prácticamente, tres al día. La mayoría de ellos fueron sabotajes realizados con artefactos incendiarios. Últimamente se han producido (en Portugalete, Rekaldeberri, Rentería) acciones más organizadas, con participación simultánea de más de un centenar de alborotadores coordinados mediante teléfonos móviles. Eso no significa que la policía pueda abstenerse de intervenir, sino que también tendrá que organizarse mejor. El lunes, en San Sebastián, la colaboración ciudadana permitió neutralizar a los alborotadores, detener a dos de ellos y evitar la emboscada que preparaban contra los ertzainas.

Arzalluz dijo ayer que la actual dirección de HB ha abandonado la estrategia de la ponencia Oldartzen -la de la socialización del sufrimiento mediante la extensión de la intimidación-, y que cree percibir en los nuevos dirigentes "un talante más político". A comienzos de año hubo alguna declaración de Arnaldo Otegi, el principal portavoz de HB, en el sentido de expresar su preocupación por los efectos de la kale borroka (lucha callejera). Pero añadiendo que la consideraba "respetable" porque quienes la practican "se juegan mucho". Si Arzalluz tiene razón, Otegi tendría ahora una ocasión para desmarcarse de esa violencia fascista e incendiaria, y el propio Arzalluz, que ha reiterado la disposición de su partido a arriesgar en aras del objetivo pacificador, la oportunidad de mostrarse más exigente con sus interlocutores de HB.

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