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50 encapuchados provistos de transmisores queman un edificio en Getxo y batallan con la Ertzaintza

La normalidad con la que habían transcurrido hasta ahora las fiestas estivales en el País Vasco acabó entre llamas en la madrugada de ayer en Getxo (Vizcaya). Pasada la medianoche, jóvenes encapuchados -medio centenar según la Ertzaintza y más de cien según indicaron testigos presenciales- perfectamente organizados con radiotransmisores y teléfonos móviles trataron de quemar la casa donde vive la familia de Cristina Ruiz, edil del PP. Fue el inicio de una batalla campal con la policía vasca que aterrorizó a los vecinos que se encontraban en la zona. El fuego provocado por uno de los artefactos dejó completamente inhabitable una casa donde vivían ocho familias. Sólo uno de los radicales pudo ser detenido.

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A la luz del día, la fachada del número 4 de la calle Andrés Cortina presentaba ayer un aspecto deplorable. Los miradores de madera de los pisos de la mano izquierda, achicharrados por las llamas, amenazaban con caer a la calle. El interior de las viviendas más bajas había quedado reducido a una mezcla de cenizas y restos de enseres ennegrecidos por el humo. Mientras los empleados del Ayuntamiento retiraban los escombros, los vecinos comentaban, entre estupefactos e indignados, la noche de violencia organizada que habían vivido. "No son chavales que no saben lo que hacen", relataba un vecino que presenció el despliegue de los encapuchados. "Llevaban garrotes y cohetes. Era sorprendente ver cómo lograron cortar el tráfico y dejar la zona bloqueada. Eso no se consigue sin tenerlo bien planificado", decía.

"Nada como lo de anoche"

El alcalde de Getxo en funciones, el peneuvista José Luis Ramos Uranga, destacó que la coordinación de los atacantes revela que estaban dirigidos por personas que conocen bien la zona. Los incidentes comenzaron pasada la medianoche en la calle de Basaldua, una zona residencial cercana al centro del barrio getxotarra de Algorta, pero muy poco concurrida. La casa de la familia de la concejal del PP de Getxo Cristina Ruiz Bujedo fue atacada con un artefacto explosivo. La concejal, ayer ilocalizable, ya no reside en ese edificio, pero sí algunos de sus familiares. El impacto sólo consiguió ennegrecer la fachada, pero fue el detonante de salida de los graves incidentes que se enseñorearon de las calles de Algorta, que celebraba el penúltimo día de las fiestas del Puerto Viejo.

Según la Ertzaintza, los encapuchados atacaron a las patrullas policiales con artefactos pirotécnicos, lanzacohetes, bombas incendiarias, piezas de acero e incluso un pequeño mortero casero. Los vecinos de la zona, testigos de muchas algaradas callejeras, se sorprendieron de la virulencia de los ataques y la coordinación con que actuaron los encapuchados. "Hemos visto arder muchos contenedores, pero nada como lo de anoche. Iban en grupos con walkie-talkies", recordaban ayer. Fue una "auténtica guerra", decía otro vecino.

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Uno de los artefactos incendiarios lanzado contra una furgoneta de la Ertzaintza en la calle de Andrés Cortina, alcanzó el mirador que se levanta sobre el bar Jolas-Aurre. "No podíamos salir del bar porque estábamos entre dos fuegos", dice Manuel Medina, de 39 años, empleado del bar y vecino de uno de los pisos afectados. El inmueble, de tres plantas y un ático y con estructura de madera, tuvo que ser rápidamente desalojado. Nadie resultó herido, pero varias personas debieron ser asistidas por crisis nerviosa e inhalación de humo. Las ocho familias que residían allí no podrán volver a sus viviendas mientras no se evalúe el alcance de los daños.

La Ertzaintza sólo detuvo en el transcurso de los incidentes a J.S.G.S, de 21 años y vecino de Bilbao. En la zona de los ataques, la policía vasca recogió dos bombas pirotécnicas, un cohete, abundante tornillería, bolas metálicas y un radiotransmisor, abandonados por los atacantes.

Tras la evacuación de los inquilinos, los bomberos tuvieron que trabajar más de una hora en la extinción del incendio. Seis turismos y un remolque resultaron también afectados. En el edificio colindante, una mujer confundió las explosiones de los cócteles mólotov con los truenos de la tormenta que había caído poco antes. "Me asomé y vi la calle ardiendo como un río de fuego", señalaba ayer.

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