Moscú restringe los visados a los sacerdotes que no son ortodoxos
El Gobierno ruso ha asestado un nuevo golpe a las religiones, excepción hecha de la Iglesia Ortodoxa que cada vez va adquiriendo más influencia en el vasto país otrora dominado por la ideología comunista. A los sacerdotes de otras confesiones que vienen a Rusia a trabajar ahora les dan sólo visados por tres meses, en lugar de las visas plurianuales que les otorgaban habitualmente.La ola de protestas que ha suscitado la medida se entiende si se tiene en cuenta que la mayoría de los religiosos no ortodoxos que ejercen en Rusia son extranjeros.
Si la ley de religiones que entró en vigor el año pasado a pesar de las protestas internacionales discrimina a las confesiones "no tradicionales", la nueva disposición -que ha contado con el visto bueno de los ministerios de Exteriores, Interior, Seguridad y Guardafronteras- golpea también a practicantes judíos y musulmanes, ya que, aunque según la ley son religiones tradicionales, utilizan en su labor en Rusia a numerosos ciudadanos extranjeros.
Para dar una idea del desastre que la medida significa para la Iglesia Católica, basta decir que de los 190 sacerdotes que ejercen en el país, sólo una decena son rusos, mientras que el resto son extranjeros (dos españoles, entre ellos).
Con las 170 monjas católicas en Rusia la situación es casi idéntica, al igual que la de los 1.500 misioneros protestantes. Cerca de la mitad de los rabinos son también extranjeros (incluido el rabí principal de Moscú, Pinchas Goldschmidt, que es suizo).
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