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351 chavales en un año

Al centro de acogida de la Comunidad en Hortaleza llegaron 133 menores extranjeros en 1995. El año pasado fueron 351. Quizá no todos tenían la edad que decían porque, conocedores de que la normativa impide expulsar a un menor, a menudo mienten sobre su edad. Pero, aun así, el aumento de esta inmigración adolescente es una realidad. Hay precedentes en otros países europeos, como Francia.Pablo Pérez, mercedario y director de la casa refugio que la orden religiosa tiene en Ventas, explica que, de los 125 chavales que han pasado por ella en casi diez años, la mayoría ha salido adelante. Aunque hay espinas por muchachos que han acabado presos o deambulando sin rumbo.

No todos los menores que emigran solos a Madrid llegan a los albergues específicos. Algunos sólo duran horas en el centro de Hortaleza, porque no quieren saber nada de residencias para menores ni de centros tutelados. Ellos en su país son adultos y no admiten ni horarios ni directrices. El destino de quienes reniegan de los centros es variopinto. Unos logran vivir con la autonomía que desean compartiendo piso o como okupas y trabajando en chapucillas. Otros engrosan las filas de la pequeña delincuencia.

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Inmigrantes de pantalón corto

"Muchos chavales que se niegan a entrar a un lugar que huela a institucional cambiarían de opinión si nos los derivasen lo antes posible, porque aquí se encontrarían con otros chicos en sus mismas circunstancias y no, como en los colegios de la Comunidad, con bebés y niños pequeños", añade Pérez. "Los horarios pueden ser una pega porque, entre chavales de 16 años, a veces la juerga empieza de madrugada, pero en esta casa no puede ser de otra manera porque vivimos muchos", matiza.

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