Condena aliviada
Se comprende la sorpresa que ha causado saber que el ex banquero Mario Conde podrá disfrutar de un régimen carcelario mitigado a partir de hoy, apenas cinco meses después de su ingreso en Alcalá-Meco para cumplir una pena de más de cuatro años por apropiación indebida de 600 millones de pesetas. Ha sido una sorpresa comparable a la que hace unos meses produjo conocer que a los principales condenados por el asunto Filesa se les había concedido, a los tres meses de su ingreso, el llamado tercer grado penitenciario, lo que les permitía salir cada día de la prisión sin otra obligación que la de dormir en ella de lunes a viernes. En ambos casos, el mensaje transmitido a la sociedad es que hay presos y presos: los del montón y los notables.Hasta hace dos años, para tener acceso al tercer grado era imprescindible haber cumplido una tercera parte de la condena. Tras la reforma de 1996, esa condición ha desaparecido y la Administración penitenciaria, dependiente del Ministerio del Interior, goza en la práctica de una amplia discrecionalidad para la concesión de esas ventajas, aunque existe la posibilidad de recurso judicial. Desde la Dirección de Instituciones Penitenciarias se insiste en que son decisiones conformes a la normativa vigente, pero es evidente que la mayoría de los presos no disfrutan de régimen abierto tras cumplir la décima parte, o menos, de su condena. O bien se trata de una arbitrariedad -y discriminación- o bien los criterios de que se hace depender la aplicación de esos beneficios (comportamiento, situación personal y familiar, evolución del proceso de reinserción, entre otros) favorecen a los delincuentes de cuello blanco.
En el caso de los condenados de Filesa, el juez anuló en primera instancia la medida, aunque luego la Audiencia de Barcelona la confirmó. Y en el de Conde es significativo que tanto el psicólogo como el jurista de Alcalá-Meco hayan votado en contra de la concesión del tercer grado restringido propuesto por la mayoría de los miembros de la Junta de Tratamiento, cuyo dictamen es preceptivo. Personas perjudicadas por la gestión de Conde en Banesto han recordado que el ex banquero está siendo juzgado en la Audiencia Nacional por apropiación indebida, estafa y falsificación, delitos por los que podría ser condenado a más de 35 años, y se preguntan si en condiciones similares alguien que no se llamara Mario Conde se habría beneficiado de la medida ahora acordada.
Aunque parece un tanto desenfocada la acusación de algún socialista que ha dicho que el Gobierno está pagando a Conde los servicios prestados, es cierto que la actual normativa, aprobada en tiempos de Belloch, favorece la aplicación de criterios excesivamente subjetivos; es decir, discriminatorios. Pero es de notar la virguería de algunos equilibristas para quienes, si bien Conde se beneficia de un trato de favor respecto al común de los presos, es víctima de un agravio comparativo en relación con los de Filesa, a quienes, pese a tener una condena mayor, concedieron el tercer grado antes que a su banquero amigo.
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