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GENTE EN VERANO

Rajoy, reserva espiritual del Gobierno

Con sus pantaloncillos cortos, posiblemente un poco escasos, y su set de peregrino -gorra con la mascota del Xacobeo, báculo y concha al cuello-, Mariano Rajoy es la conciencia penitente del Gobierno. Desaparecido Miguel Ángel Rodríguez, cofrade vallisoletano de las Siete Palabras, el ministro para las Administraciones Públicas no ha querido dejar al Ejecutivo desprovisto de indulgencias, y se ha lanzado al Camino de Santiago, sector portugués, recorriendo ayer los 22 kilómetros que separan las localidades de Redondela y Pontevedra. La piadosa excursión, organizada por el conselleiro de Cultura, Jesús Pérez Varela, reunió a una treintena de personas, entre ellas la esposa de Rajoy, Elvira Fernández Balboa, que vio cómo su Mariano, a pesar de esa impenitente costumbre de fumar puros, que tan amenos debates les suscita en casa, escoba en mano, no desfallece al respirar al aire libre. El ministro y acompañantes -el delegado del Gobierno en Galicia, Juan Miguel Diz Guedes; el secretario de Estado para las Administraciones Públicas, Francisco Villar, y el alcalde de Pontevedra, Juan Luis Pedrosa, amén de una pléyade de concejales y políticos varios de la cuerda del peregrino en jefe-, hicieron el recorrido en cuatro horas y media, 45 minutos menos de lo previsto, según hizo notar Rajoy al aludir a la buena forma en que se encontraban. "Como los ciclistas del Tour, estamos en el mejor tiempo previsto por la organización", señaló el ministro, pasando por alto si era o no el mejor año para compararse con la carrera ciclista francesa. Cabe apuntar, no obstante, que si se hubieran realizado controles a la comitiva de caminantes sólo se habrían encontrado restos -al menos, es de esperar- de empanada de choco y vino albariño, avituallamiento revelado por Rajoy, tras ver que no colaba su frase de que "con boina y bebiendo agua con moderación no hubo problemas". Los penitentes llegaron a la basílica pontevedresa de la Peregrina, comprobando que no en todos los santuarios hay comandos como los aparecidos últimamente en Lourdes. En la ciudad francesa, grupos de insensatos están tapando cualquier anuncio que consideran sexy, incluida la publicidad cinematográfica o las campañas antisida, con carteles de Bernadette Soubirous, la pastorcilla a la que se le apareció la Virgen, al tiempo que atacan a todo el que enseña demasiado o lleva escote. No obstante, la pinta de Mariano Rajoy no parece producir mayor provocación sexual. Juzguen ustedes si iba como para que le pegaran encima estampitas del Apóstol. Aunque para carnes al aire, las de los ancianos de Bucarest, que, al carecer de medios para irse al mar, han decidido tomar el sol desnudos en los parques de la capital rumana. Entre quienes han protestado, por entender que el espectáculo no deja jugar tranquilamente a los niños, Amelia Rotaru, una secretaria de 34 años, y Vasile Marinescu, un obrero de 40, quizá un poco estrechos para ser tan jóvenes.Y como en esto de visiones hay para todos los gustos, seguramente Conxa Villalba, esposa del ex ministro socialista Narcís Serra, hubiera preferido pasear junto a algún anciano nudista a encontrarse en el comedor de la casa que en verano alquilan en Deià a una periodista que se había colado y que se justificó diciendo que buscaba a su marido. También a Isabel II de Inglaterra se le ha metido, en ocasiones, algún ciudadano en el dormitorio, que si es a traición, y encima no pregunta por Felipe de Edimburgo, resulta notablemente más embarazoso. Para fortuna de la periodista allanadora, Conxa Villalba no reaccionó como Claudia Schiffer, que ha marcado la cara con sus uñitas perversas a un reportero que pretendía fotografiarla en unos grandes almacenes. Habría que mandarla en penitencia al Camino de Santiago. Pero a nado desde Mallorca, a ver si se calma.

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