Tres niños perdidos cuando buscaban moras movilizan a 3.000 vecinos
María José, de nueve años; José Manuel, de siete; y Christian, de cinco, convirtieron la aventura estival de ir a buscar moras al campo en una pesadilla para el pueblo de Madroñera (Cáceres). Los tres niños permanecieron desaparecidos durante 14 horas. Más de 3.000 personas los buscaron durante toda la noche, con el temor de una tragedia en ciernes, pero los pequeños no habían salido del pueblo y se encontraban durmiendo en el desván de una casa abandonada, a sólo unos metros de sus hogares.El pasado domingo Madroñera (3.200 habitantes) festejaba las fiestas patronales de Nuestra Señora de Soterraño. María José, su primo Christian y su amigo José Manuel se movían en la localidad con la tranquilidad propia del mundo rural, donde la recogida de moras es un aliciente infantil durante la época veraniega.
A la hora de la verbena los familiares comenzaron a inquietarse ante la ausencia de los niños. "Son cosas de muchachinos", terció una vecina tratando de quitar presión. Pero cayó la noche y los niños no dieron señales de vida.
Batida a medianoche
A través de la megafonía de la verbena se dio la voz de alarma, reclamando la colaboración del vecindario. A medianoche se iniciaron las primeras batidas. Más de 3.000 personas comenzaron a rastrear el entorno del Cerro de Cebrón, pensando que los críos, asustados por la oscuridad, se hubieran perdido. Surgieron todo tipo de especulaciones. Las más optimistas dejaban entrever la posibilidad de que, temiendo una reprimenda, decidieran aguardar al alba para regresar. No pasa ningún río cerca de Madroñera, pero hay charcas y pozos y ahí radicaba el temor. En la búsqueda colaboraron tres helicópteros y efectivos de la Guardia Civil, Protección Civil y Cruz Roja.Un cierto desasosiego se apoderó de la población cuando al amanecer la batida seguía resultando infructuosa. Alguien pidió volver sobre los pasos, reiniciar el rastreo. Eran las 10.45 de la mañana cuando María José Tejero, una joven de la localidad, se acercó a una pequeña casa abandonada situada en la periferia de Madroñera. Sólo unas horas antes había pasado por delante de la fachada de esa vivienda de dos plantas y doblado, en la que incluso le había parecido ver luz. "Voy a mirar", le dijo a su madre. Cruzó el umbral y se topó con María José y José Manuel. Gritó el nombre del más pequeño y Christian también apareció. Cogidos de la mano, los llevó ante sus familiares y el vecindario lanzó un suspiro colectivo de alivio. El mal sueño había terminado.
Para el alcalde de Madroñera, Juan Ávila, fue "una aventura infantil"; para los niños, una jornada en la que recogieron "muchas moras". El alcalde recordó que los pequeños habían pasado la noche apenas a 500 metros del lugar donde fueron vistos por última vez y muy cerca de sus domicilios.
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