Llucena
L"Alcalatén es una tierra áspera con manchas verdes donde florece en julio la adelfa en los rincones húmedos de sus secos barrancos. El botánico Cavanilles calificó el siglo XVIII como ingrato para el hombre el suelo agrícola de esta comarca valenciana. Y, como entonces, los eriales salpicados de algún cultivo se suceden hoy. Llucena, centro geográfico e histórico, capital montaraz de este retazo de nuestro secano, es por contra un oásis fértil con nacimientos de agua que propician el cultivo de pequeñas huertas y atraen el llamado turismo de interior. El domingo 26 el sol prolongaba las sombras de las montañas y dejaba de alentar el calor en las peñas; se presentaba a la opinión pública, junto a la fuente de El Prat de Llucena, una historia de la localidad, que es una historia de los valencianos del secano. El alcalde de Llucena, el representante de la provincial Diputación de Castellón, de la Universitat Jaume I, del Centro de Iniciativas de Turismo local, y Joan Mateu, profesor de la Universitat de València, y el autor de la obra, presidían al aire libre el acto. La historia de la villa y comarca son casi setecientas páginas, bien documentadas, escritas por el estudioso Ximo Escrig Fortanete, profesor de Historia afincado en Valencia y estrecha y familiarmente relacionado con las gentes y los parajes de L"Alcalatén. A la tarea que le ocupó varios años, y a la Universitat Jaume I y al Centro de Iniciativas de Turismo de la localidad que facilitaron la edición, le debemos un servicio cultural los valencianos. Porque Llucena: una historia de L"Alcalatén no es nostalgia histórica o romanticismo trasnochado o un anecdotario localista y pintoresco del pasado. Tampoco es erudición a la antigua usanza. Escrig rastrea las huellas, el entorno geográfico y humano, el fragmento de la muralla y la masia, el retablo y la estadística demográfica del presente, dando unos pasos hacia atrás, hacia el pasado desde el presente, para que el lector pueda contemplar con perspectiva el futuro. Cuanto se nos expone en el libro se enmarca en la historia amplia del País Valenciano y en la todavía más amplia de los pueblos hispanos. Las siluetas del pasado se prolongan hoy como sombras al atardecer: los sistemas de riego y el aprovechamiento múltiple del agua siempre escasa; la ascensión social del humilde campesino que se convierte en soldado liberal contra el carlismo, y luego en pieza clave liberal, institucionalizada y enriquecida del entramado político y social de la provincia en la provincial Diputación de Castellón, como es el caso del decimonónico Victorino Fabra. Y hay en el libro de Escrig joyas documentales constatadas de rabiosa actualidad. Por ejemplo, las referencias al Llibre del Mostassaf o Majordom. Era el Mostassaf una especie de funcionario encargado de hacer cumplir leyes y normas, de vigilar y cuidar la calidad de vida y la convivencia ciudadana, el buen urbanismo, el medio ambiente, la prevención del fraude o la ludopatía o la honestidad en las relaciones coemrciales. Así, quienes originaban vertederos incontrolados no lo tenían fácil en Llucena; el Mostassaf indica -en cita que reproduce Ximo Escrig: "Tot hom que farà femer en lloch públic que de aquell pudor a la vila, que li cost de pena cinc sous". El sol desciende por detrás de las montañaas del cercano Aragón, y uno calcula la cantidad de pesetas o el importe en euros con que se sancionarían, hoy en día y por un hipotético Mostassaf, los incívicos ciudadanos del siglo XXI que depositan basuras y despojos por doquier.
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