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Europa, ausente en la lista de prioridades político-económicas del nuevo Gobierno japonés

Xavier Vidal-Folch

ENVIADO ESPECIALEuropa no figura entre las prioridades del nuevo Gobierno japonés. En el programa de cumbres bilaterales fijado por el nuevo primer ministro, el conservador Keizo Obuchi, para el próximo otoño (Estados Unidos, China, Corea del Sur y Rusia) destaca la ausencia de un encuentro con la Unión Europea (UE) o alguno de sus grandes socios. Y sin embargo, la Unión Europea está también muy interesada en que Japón sortee su recesión. Si se agrava, le afectaría a través de un efecto dominó en Asia y Estados Unidos.

Las cumbres otoñales del primer ministro Obuchi con los presidentes de Estados Unidos, Bill Clinton, y Rusia, Borís Yeltsin (a domicilio), y con el chino Jiang Zemin y el surcoreano Kim Dae Jung (en Tokio) responden a la lógica de los principales intereses, estratégicos y económicos, japoneses.Estados Unidos mantiene un protectorado estratégico con el desarmado Japón: sus bases ocupan 23.500 hectáreas (tres cuartas partes en la isla de Okinawa, devuelta por Estados Unidos en 1972), con 47.000 soldados estacionados. Económicamente, Washington absorbe un parque de inversiones directas japonesas (1951-1996) de 238.628 millones de dólares (casi 37 billones de pesetas), el 42,4% del total invertido por Japón en activos físicos en el extranjero. Y, sobre todo, financia su déficit gracias a los más de 300.000 millones de dólares (más de 45 billones de pesetas) invertidos por los japoneses en bonos del Tesoro y otros activos financieros. Son en su mayoría de origen privado y persiguen rentabilidades superiores al tipo de interés oficial del yen, estable en el 0,5%. Éstas son las razones por las que los expertos descartan una eventual retirada, súbita y masiva, de capitales para dedicarlos a financiar la crisis interna, pero no su descenso. De ahí, y del impacto retroalimentador de la recesión nipona sobre la crisis del sureste asiático, saca Washington los argumentos para apremiar a Tokio a reactivar su economía.

Con Rusia, el interés es de toma y daca, la solución al litigio de las islas Kuriles -ocupadas por la entonces Unión Soviética al final de la Segunda Guerra Mundial- y la ayuda japonesa a su débil economía. Japón es el primer inversor en China, donde "tiene instaladas desde hace años más de 10.000 empresas", recuerda el director del Banco Bilbao Vizcaya (BBV) en Tokio, Javier Esparza. Aunque la rival histórica se presenta como una verdadera potencia emergente tras el viaje de Clinton a Pekín, la economía japonesa sextuplica a la china. El interés de China (y de los demás) es detener la caída del yen -y de las otras monedas asiáticas- para no verse obligada a devaluar el yuan, lo que conduciría -vía castillo de naipes- a una gran depresión mundial.

¿Y qué decir de Corea? Objeto también de grandes inversiones japonesas (en el Sur, que copió el modelo nipón), es el polvorín de la región, el país donde -aunque con menor probabilidad desde que acabó la guerra fría- podría estallar el conflicto. Corea del Norte apunta con sus misiles a Japón, y éste teme afrontar una avalancha de refugiados en caso de estallido. Aunque con menos urgencias, y ninguna estratégica, Europa está también interesada en la reactivación japonesa. Sobre todo porque "la Unión Europea está pagando su actual ajuste", sentencia un alto cargo de la Comisión Europea. ¿Por qué? Porque, merced a la continua depreciación del yen, aumentan las exportaciones japonesas. En los primeros cinco meses de este año se han incrementado en un 17,5% a la UE y en un 2,6% a Estados Unidos, mientras han descendido un 18,8% a Asia (región que supone el 40% del comercio exterior nipón). Resultado: "El superávit comercial japonés sobre la UE ha aumentado en ese periodo un 94%", es decir, casi se ha doblado, calcula.

Inversiones sin peligro

Pero eso no es lo más preocupante, pues el comercio bilateral representa sólo un 5% de las transacciones comerciales exteriores de los Quince. Tampoco angustia el futuro del actual parque de inversiones directas japonesas en Europa (la mitad del estadounidense, un 18,8% del total), diseñadas a largo plazo, por empresas ajenas a la crisis y con estrategias claras. El último ejemplo es el de Toyota en Valenciennes (junto a Lille), programada para completar su presencia en los dos grandes países, calculando que así Francia y Alemania le servirán de escudo "permanente".La inquietud europea se circunscribe a que "pudiera desencadenarse un movimiento de pánico bancario", indica el delegado del Banco de España en Tokio, Fernando Varela. Si el Gobierno no coge la crisis bancaria por los cuernos, se agravaría el ya existente efecto dominó: sobre Asia, donde la banca alemana y la británica tienen compromisos, y cuya recesión ya ha costado medio punto de crecimiento del producto interior bruto a los Quince; sobre las bolsas, y sobre Estados Unidos, cuya economía se desacelera. El enfriamiento de la economía mundial podría así comerse parte de los benéficos efectos inducidos por la creación del euro.

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