Eran mis perros

Cebreros, 11 de julio. Empieza a refrescar y papá se va al campo con mis cuatro perros, Nana, de ocho años, y sus hijos Balú, Loli y Alf, de seis. Una hora después, sólo vivía Alf, su madre y sus dos hermanos habían muerto envenenados por un salvaje que cree que tiene derecho a decidir sobre la vida y la muerte. Ellos eran cazadores (epagneul bretón), pero no sabían cazar, nadie les había enseñado. Nana, Balú y Loli eran mis perros, o, para ser exactos, eran parte de mi familia, eran, porque alguien se otorgó el derecho de acabar con sus vidas por un simple capricho, y ellos, mi familia, murieron envenenados el 11 de julio en Cebreros, de una manera salvaje, Pasa a la página siguiente Viene de la página anterior brutal, con la que ese alguien demostró ser más animal que los animales e importarle menos que nada los sentimientos ajenos. Causó dolor, más del que uno pueda imaginar, dolor en mi familia, la que queda viva, dolor en mis padres, lágrimas, y las lágrimas de mis padres son algo que nunca, por muchos años que pasen, me podrá pagar, y un sentimiento que lo domina todo de impotencia, de no poder defender a la propia familia, y, al menos en mí un odio completo hacia la alimaña, no puedo llamarlo de otra manera, que un día de julio se otorgó el poder de decidir sobre la vida y el dolor de los demás; sólo le deseo que le sean devueltos dolor y lágrimas en la misma medida que los causó él. Antes de enviar estas líneas me he enterado de que la alimaña ha vuelto a matar a otros dos "peligrosísimos perros" encerrados en una caseta, a los que ha metido el veneno en la caseta en la que vivían y todo para que en la próxima temporada sus perros (pobres y desgraciados animales) puedan coger algún conejo más y los "peligrosísimos perros" de los demás no le espanten la caza. "Por sus acciones los conoceréis" y lo demuestra lo que valen.-