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FERIA DE AZPEITIA

Floja primera jornada

Defraudaron los toros de Atanasio Fernández, por su falta de trapío, por su poca fuerza, y porque llegaron la mayoría de ellos cobardones al último tercio.

El quinto toro debió cambiarse, dado que salió lisiado de las cuatro patas. Debió cambiarse, decimos, y no se cambió. Los toreros tuvieron un "pique" a la hora de torear. Es como sí se hubieran apostado algo serio para ver quién pegaba más pases a sus toros.

El pugilato sobre todo se creó entre Vicente Barrera y José Tomás. Es verdad que entre tanto pase alguno salía bueno, como por ejemplo algunos rechazos que instrumento. José Tomás, más algunos naturales lentos, de buen son. Pero la largura de las faenas viciaba lo que había quedado de cierta calidad. La cantidad sobrenadaba sobre la calidad. Son los tiempos modernos.

Fernández / Barrera, Tomás, Abellán

1991 (97 m.). Dir.: Bruce A. Evans. Int.: Christina Slater, Tony Goldwyn, Milla Jovovich.

Seis toros de Atanasio Fernández, cómodos de cabeza, anovillados los tres primeros, poca fuerza

José Tomás: media, descabello (ovación); dos pinchazos, estoçada (silencio). Miguel Abellán: atravesada, estocada caída, (petición y vuelta); pinchazo, estocada perpendicular y caída, dos descabellos (petición y vuelta).

Vicente Barrera: cinco pinchazos, dos descabellos (un aviso), silencio; dos pinchazos, estocada (un aviso), ovación

Lleno.

Lo más bullicioso y con ganas de comerse el mundo estuvo a cargo del joven Miguel Abellán. En su primer toro, tercero de la tarde, calentó la plaza con unos lances a pies juntos y unas chicuelinas muy ajustadas, dadas a continuación.

Su faena la inició en la boca de riego con unos estatuarios muy ajustaditos, para luego tejer unos derechazos largos, de buena factura, y uno de pecho que fue lo más brioso y profundo de la tarde. Mató mal.

Para calentar la plaza

A su segundo toro, sexto de la tarde, le suministró dos largas cambiadas, con el propósito de volver a calentar la plaza. Y como el toro parece que tenía temperamento, todo hacía pensar que la faena iba a reventar; sin embargo, el toro dejó para la eternidad aquello que había prometido y se apagó de golpe. Una pena, porque el joven matador quiso dar fibra a la corrida.

Para él fueron los olés más sentidos. Tal vez hubiera conseguido algún trofeo si mata bien. Pero no mató como debe matarse. Todo lo contrario. Ahora bien, este muchacho quiere comerse el mundo. Curiosamente esa misma mañana en una entrevista que le hice a Miguel Abellán, me había dicho que había visto la corrida de Leganés del día anterior, donde triunfó José Tomás. Le había gustado mucho el propio José Tomás.

Lástima que ayer José Tomás no pudo darnos a todos el toreo que lleva dentro, y que hemos visto en otras ocasiones. El toreo que vimos en la Feria de Azpeitia, o el gusto de querer torear bien y triunfar, eso hay que atribuírselo al joven Abellán. Otra vez volvimos a sentir una fuerte emoción al escuchar el zortziko fúnebre, tocado en el tercer toro, en recuerdo de un banderillero muerto en la plaza de Azpeitia en 1841, llamado Laca.

La banda municipal lo instrumenta tal y como si hubiera sido tocado en 1842, puesto que desde entonces siempre se interpreta esa pieza fúnebre en recuerdo de aquel torero muerto. Aunque muchas veces lo hemos oído, siempre resulta conmovedor escucharlo.

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