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Baño sin traje

¿Le apetece tomar el sol y bañarse libremente en un entorno donde las miradas no le preocupen? Desde Hendaya hasta la Playa de La Arena, en un litoral interrumpido por acantilados, se esconden rincones y playas donde cualquiera puede sentirse en contacto directo con la naturaleza, tal y como vino al mundo, es decir, sin necesidad de tapar su fisonomía. Cuerpos Danone y menos estilizados se comportan con total desinhibición en diez enclaves vascos reservados para el naturismo costero. En realidad, tampoco figuran oficialmente como tales, pero el uso que se ha hecho de estas playas o calas permite catalogarlas como "nudistas". La costa guipuzcoana es más reducida y acantilada que la vizcaína. Tiene menos playas y, en consecuencia, hay menos rincones donde practicar el nudismo. La mayoría de guipuzcoanos, y no sólo ellos, decide cruzar el Bidasoa para dirigirse al extremo arrinconado de la playa de Hendaya, una de las más concurridas y donde el nudismo se remonta a aquellos años en los que por estos lares estaba prohibido. Es francesa, pero por el uso masivo de ciudadanos procedentes del otro lado de la frontera, bien pudiera considerarse como una playa propia. Una playa mítica para cualquier aficionado al nudismo. Como la de Zarautz, La Salvaje, Saturrarán, y así hasta completar todos esos lugares en los que no hay más reglas que el respeto mutuo. Mikel Arbanza, bilbaíno de 45 años, practica el nudismo desde hace 10 años. Para él, es un "modo de vida". No sólo implica ir a la playa y quitarse la ropa, sino que supone un respeto hacia los demás y sus costumbres: un esfuerzo de tolerancia, de la que carece, en su opinión, gran parte de la sociedad. "Todavía hay mucha intolerancia, que se manifiesta cuando los pocos espacios reservados de los que disponemos se invaden de gente textil". Exigen un respeto. Sólo eso. En su caso particular, no le importa en absoluto que la gente merodee por la zona, en un ejercicio de claro voyeurismo. Sucede en muchas playas. En la de Zarautz, "la mejor de todas las que hay en Euskadi", se pasean muchas personas por el voladizo recién construido junto al golf, para ver de cerca (sólo 10 metros separan el paseo de la playa) los cuerpos desnudos de quienes prefieren tomar el sol como Dios les trajo al mundo. Medio kilómetro de una playa, la de Zarautz, que ha mejorado ostensiblemente en los últimos años una vez solucionado el problema del vertido de aguas que dejaba la zona como un auténtico estercolero. A pesar de que aparentemente la gente se muestre más plural y menos intolerante, la asistencia a playas nudistas no registra un incremento significativo de visitantes. "Somos practicamente los mismos de siempre". Se conocen con el paso de los años. Entablan amistad. Mikel acude con regularidad a la Playa Salvaje de Sopelana, donde el nudismo está permitido, pero le gustaría desnudarse en cualquier sitio. "De hecho, y segun la ley, a mí no me podrían multar en ningún caso". Ese es el ideal del nudista. En su opinión, existe un claro agravio comparativo: cualquier textil tiene derecho a pasearse por una playa nudista, mientras que si éste se pasea por una playa convencional podría provocar un descontento masivo de consecuencias imprevisibles. Por eso, los naturistas o simplemente aquellos que les apetece bañarse o tomar el sol en pelotas buscan sus zonas para no molestar ni ser molestados. En comparación con el resto de Comunidades, el litoral vasco ofrece diez puntos donde expresarse de forma natural. "No estamos tan marginados como pudiera imaginarse", señala Arbanza. Las playas de Zarautz, Hendaya y Sopelana tienen accesos y servicios similares a los de otras como La Concha o la de La Arena, en Ziérbana. Ocurre que en muchas otras zonas, para acceder a las playas nudistas, es necesario pegarse largas caminatas, jugarse el tipo en mares abiertos sin vigilancia y dejar los coches a kilómetros del lugar de descanso. Es el pago que aún deben pagar los que no se sienten avergonzados por mostrarse tal y como son, sin nada que esconder.

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