El autor de los disparos en el Capitolio estaba fichado por el Servicio Secreto
La bandera de las barras y estrellas ondeaba ayer a media asta en el Capitolio de Washington en señal de luto por la muerte de dos policías, cuyo sacrificio evitó una tragedia cuando un hombre de 41 años se abrió paso a tiros por los pasillos del Congreso antes de ser abatido por el escolta de un diputado el viernes por la tarde. El pistolero fue identificado como Russell Eugene Weston Jr., de 41 años, con antecedentes por amenazas contra el presidente.
A pesar de la conmoción, el Congreso abrió ayer sus puertas al público, salvo una pequeña zona de la Cámara de Representantes donde ocurrió el tiroteo. Bill Clinton rindió tributo a los policías muertos en acto de servicio y reiteró su convencimiento de que, a pesar de la tragedia, las puertas del Capitolio, "símbolo de la democracia americana, deben seguir abiertas para que el pueblo pueda deambular libremente por lo que los ciudadanos consideran su casa".La policía identificó al pistolero como Russell Eugene Weston Jr., un pelirrojo de 41 años, natural de una pequeña localidad de Illinois, conocido por sus vecinos por el apodo Rusty (oxidado), por el color de su pelo. La identificación no fue difícil. Rusty, que ayer fue acusado de asesinato, estaba fichado por el servicio secreto de la Casa Blanca, encargado de la protección presidencial, por haber amenazado repetida y públicamente en el pasado a Clinton y haberse declarado partidario de destruir el poder del Gobierno federal. El servicio secreto le tenía calificado de riesgo menor y había encargado una investigación rutinaria de sus actividades tanto en su localidad natal como en otro pueblo del Estado de Montana, donde tenía un pequeño rancho.
Según algunos de sus vecinos de Montana, Rusty, que estuvo internado en un psiquiátrico en 1996, constituía un verdadero caso de paranoia. Su vecino más próximo, un carpintero retirado, ha manifestado que Weston se consideraba como objetivo de persecución por parte de los agentes federales y que todas sus conversaciones eran escuchadas a través de las antenas parabólicas de sus vecinos. "Intenté convencerle de que nadie le perseguía ni le vigilaba", dijo su vecino Ken Moore, "pero fue inútil".
A principios de semana, Rusty abandonó su pueblo natal de Illinois armado con un viejo Smith&Wesson del calibre 38 propiedad de su padre, y se dirigió a la capital de la nación, fuente de todos los males que afligen a Estados Unidos para muchos de los paranoicos que habitan en los despoblados Estados que se encuentran al oeste del Misisipí.
Su blanco era perfecto: el Congreso de la nación, símbolo del poder popular, visitado a diario por unas 28.000 personas, entre turistas nacionales y extranjeros. Además, el viernes, tanto la Cámara baja como el Senado celebraban uno de las últimos plenos antes de las vacaciones estivales. Rusty entró por la llamada puerta de documentos de la planta baja de la Cámara de Representantes. Un agente uniformado de los 1.295 miembros de la policía del Congreso le pidió que pasara por el detector de metales. La respuesta de Rusty fue un disparo contra el agente Jacob J.J. Chesnut, que le derribó. Chesnut, un veterano de Vietnam, realizó un disparo desde el suelo y alcanzó a Rusty, aparentemente en una pierna.
El pistolero salió corriendo hacia los despachos privados de los diputados, hasta que se paró delante de la oficina del portavoz adjunto republicano en la Cámara, Tom DeLey. Al escuchar los disparos, el escolta de DeLey, John Gibson, intentó salir al pasillo, y, en ese momento, Rusty abrió la puerta del despacho, pistola en mano. En el intercambio de disparos subsiguiente, ambos hombres cayeron al suelo. No hubo tiempo para más. Una docena de policías armados se precipitó en el despacho e inmovilizaron al pistolero apuntándole directamente con sus armas a la cabeza.
Los agentes fallecieron poco después de su ingreso en un centro sanitario. Rusty debe su vida al senador Bill Frist, un cardiólogo de profesión, que le practicó una reanimación cardiopulmonar en la ambulancia camino del hospital, donde fue sometido a una operación de cuatro horas. Su estado es crítico. Una turista de 24 años herida en el tiroteo se encuentra fuera de peligro.
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