El gran velador
Empleaba mi tiempo en organizar las vacaciones y preparaba, mentalmente, algunos menús del verano, gazpacho, choco con habas, macedonia de melón y todo, aderezado con una lectura amable, una crónica verde bajo el título "Atrápame ese mono" que iba de babuinos, que son unos monos de África pero que están por Cádiz, cerca de Marbella. De pronto, zas, me quedo helado en pleno mes de julio. Leo, se ha declarado la guerra total. Pensé, deben haber venido los zarrais, los colotofs, hay bombas en las playas y bimbas en otro sitio, qué susto, no hay vacaciones. Menos susto. Es la guerra de Jesús Gil. El amo. El dueño. El señor. El velador, no de mesillas de noche, sino de la honestidad de árbitros, futbolistas, políticos, ciudadanos, alcornoques subvencionados en terrenos forestales, repartidor de tortas, a diestro y siniestro, como la que endiñó al presidente del Compostela. Es el gran guardián de la honestidad. Ha declarado la guerra a nuestra tierra donde, además de adelgazar, viene a construir casas y su partido particular. Razones: la Comisión Provincial de Urbanismo ha rechazado el Plan General de Ordenación Urbana del alcalde. Se ha impedido que se construyan y recalifiquen más de mil hectáreas de terreno forestal incendiado. Armas con las que cuenta. Las de siempre, insultos al presidente de la comunidad y a los pescadores de Marbella, y, por lo visto, una manta que, según dice, si tira de ella va a ser la leche. Buen tiempo para tirar de la manta, porque como no tire se va a cocer con las temperaturas que hay, aunque a lo mejor le conviene pasar una buena sauna y adelgazar su charloteo. En cualquier caso, adelgace o no, es una alegría que frente a armas de esta naturaleza, la oposición de Marbella, PSOE, PP e IU hayan mostrado su satisfacción por la decisión de la Junta, por lo que mucha razón tiene que tener la Comisión Provincial para rechazar un plan que permite unir a PSOE, PP e IU. Guerras de éstas convienen en una democracia, para que surja unidad frente a los veladores de su propia pureza e irracionalidad. A ver si por el norte sigue la racha y entramos en el siglo XXI con un tiempo de paz, respeto a las leyes y a la justicia aunque, a veces, no favorezcan nuestros intereses.
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