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El portavoz de Clinton deja el cargo agotado por el "caso Lewinsky"

Mike McCurry, portavoz de la Casa Blanca desde 1994 tras haberlo sido del Departamento de Estado, aprovechó ayer el buen momento de popularidad de Bill Clinton y el hastío de los norteamericanos ante el caso Lewinsky para anunciar que materializa la dimisión de su puesto, en la que pensaba desde finales del pasado año. Clinton arropó con cariño a McCurry en la comparecencia ante la prensa en la que éste anunció que, a partir del próximo octubre, ya no dará la cara por el presidente.

La simpatía de Clinton hacia McCurry está fundada. Seis de cada 10 norteamericanos creen que la investigación sobre la presunta relación entre el presidente y Monica Lewinsky debería cerrarse de inmediato, y ocho de cada diez creen que el presidente hace bien en no hablar de ello, según un sondeo difundido ayer por la cadena de televisión CBS. McCurry tiene mucho que ver con esos resultados.

Era un secreto a voces en Washington que el muy cansado McCurry pensaba desde finales del pasado año abandonar la Casa Blanca para dedicar más tiempo a su familia e iniciar una nueva carrera como profesor y conferenciante. Fue precisamente el estallido en enero del caso Lewinsky lo que le llevó a postergar varios meses esa decisión.

Muy popular entre la prensa y de gran lealtad a Clinton, McCurry ha sido en los últimos meses la persona que le ha sacado a diario al presidente las castañas del fuego periodístico. Y siempre con elegancia y buen humor, sin que su honestidad personal y profesional hayan sido cuestionadas. Ahora, él y Clinton creen que es buen momento para que recupere su libertad. A McCurry le reemplazará a partir de otoño su segundo, Joe Lockhart.

Los norteamericanos están hartos del caso Lewinsky y sin embargo, la CBS y los otros medios audiovisuales del país volvieron a abrir ayer sus informativos con la noticia de la continuación de las declaraciones ante el gran jurado de los agentes del Servicio Secreto. Larry Cockell, el jefe de los escoltas personales, compareció durante una hora, según su abogado, John Kotelly, quien se negó a revelar el contenido de su testimonio ante el gran jurado. Kotelly estima que ésta será, posiblemente, la última comparecencia de su cliente. Las preguntas del fiscal especial, Kenneth Starr, estuvieron dirigidas a conocer las fechas y el número de encuentros entre Clinton y Lewinski, ex becaria de la Casa Blanca. También compareció ayer Harold Ickes, antiguo asesor del presidente. Starr interrogó el miércoles a la secretaria personal de Clinton, Betty Currie.

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Encuestas demoledoras

Mientras que el público parece desentenderse del caso, los medios de comunicación continúan otorgando una extraordinaria cobertura a un caso que todavía podría generar nuevas y desagradables sorpresas para el presidente, cuya popularidad se mantiene en un listón muy alto.

Los resultados del sondeo difundido ayer por la CBS son estupendos para la Casa Blanca y demoledores para Starr. La mayoría de los encuestados —el 59% expresa su deseo de poner punto final a la investigación del fiscal independiente y el 76% dice que Clinton no debe volver sobre este asunto, y que hace bien en concentrarse en los asuntos nacionales e internacionales.

El 64% otorga un aprobado a la gestión de Clinton. Su esposa consigue un 50% de opiniones favorables, que se eleva al 53% entre las mujeres. La popularidad de Al Gore, en cambio, no termina de despegar. El 25% tiene una opinión favorable de él, el 19% una desfavorable y el resto afirma que lo tiene claro. Starr sale muy malparado. El 66% cree que su investigación está motivada por razones de política partidista y no es imparcial. Lo peor para él es que incluso el 46% de los ciudadanos que se definen como republicanos piensan eso.

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