"En la calle"

En relación a la carta de Francisco García Castro publicada el 16 de julio, quiero manifestar mi opinión sobre los dos temas que este lector planteaba: el hecho de que se den nombres de calles a personas conocidas por toda España y el conflicto planteado por algunos trabajadores del Ayuntamiento de Estepona. En primer lugar, este lector se estaba refiriendo a la manifestación que hace unos días protagonizaban apenas 50 empleados de los más de 300 que van a pasar a convertirse en funcionarios para salir de la situación laboral irregular en la que se encuentran. El lector se refiere malintencionadamente a que a los empleados se les quiere poner "en la calle", cuando nuestro alcalde no sólo ha prometido personalmente a éstos que eso no va a ocurrir, sino que además se ha cansado de repetirlo en los medios de comunicación para que no se manipule este asunto tan importante para los trabajadores. El lector pedía solidaridad con los trabajadores. ¿Solidaridad con quién? ¿Con los escasos que se manifestaron el otro día en una anunciada manifestación "silenciosa" en la que el sonido de cencerros dejaba sordo, o con los 300 restantes que no acudieron y que desean estabilizar su situación laboral y convertirse en funcionarios? Ya está bien, queremos gente que trabaje por Estepona. Ese pueblo al que apela el lector es el que está pagando a los que se manifiestan, y con toda seguridad está más orgulloso de pagar a quienes se preocupan por seguir trabajando por el pueblo. Dejemos de amenazar a los políticos con el barato precio del voto, eso ya está pasado. Es reconfortante ver cómo hay gobernantes que anteponen la justicia ante todo sin importarles este tipo de amenazas. En cuanto a la crítica vertida sobre las calles dadas a grandes personalidades, quiero recordar que personas como Cela, Vargas Llosa, Sánchez Dragó, escritores de absoluto reconocimiento y constantemente premiados, así como personas tan entrañables como Carmen Sevilla, Rocío Jurado o Juanito Valderrama, han sido muy importantes y han contribuido a que lo español sea más universal si cabe, y merecen ese reconocimiento. El lector, tan preocupado por los trabajadores, debería criticar a todos aquéllos que se dan de baja sin estar enfermos, a aquéllos que se liberalizan para seguir cobrando del Ayuntamiento sin dar ni golpe, o a esos que no están de acuerdo con cobrar en función del número de alumnos que son capaces de conseguir con su buen hacer. - .