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Reportaje:

Con Hitler en el punto de mira

Los últmos archivos desclasificados por Londres confirman que hubo planes para asesinar al líder nazi

Con un variado arsenal de explosivos, balas, granadas y hasta veneno, agentes británicos estuvieron a punto de asesinar a Adolf Hitler en la etapa final de la IIGuerra Mundial. Pero los principales estrategas de Winston Churchill prefirieron esperar a que los catastróficos errores del nazismo se encargaran de acabar con su líder. Ésa es una de las conclusiones que surgieron la pasada madrugada en Londres con la largamente esperada publicación de archivos de los servicios de espionaje que permanecieron en las bóvedas del Gobierno durante medio siglo.Los expedientes desclasificados constituyen la sexta entrega de documentos secretos sobre la IIGuerra Mundial que el Gabinete de Tony Blair ha decidido poner finalmente a disposición del público como parte de la política de "transparencia" impulsada por los laboristas. Decenas de historiadores e investigadores acudirán hoy a los archivos nacionales en pos de detalles de las "operaciones especiales" que Churchill tenía previstas para liquidar a Hitler. Eran variadas. Iban desde el empleo de francotiradores y maniobras cuidadosamente planeadas para envenenar el té del Führer hasta el uso de explosivos para hacer descarrilar su tren durante alguno de sus viajes.

Pero, según esos mismos documentos, ninguno de los planes urdidos en Londres para decapitar al nazismo con la desaparición de Hitler y su más íntimo círculo de generales fue puesto en marcha porque los altos cargos del servicio secreto británico alegaron que matar a Hitler habría sido una acción contraproducente, ya que automáticamente lo convertiría "en un mártir". Resultaba, por tanto, más factible dejarle que continuara cometiendo los errores que le empujaron a la catástrofe y que el 30 de abril de 1945 le llevaron al suicidio.

Un rápido vistazo a los 120 documentos ayuda a hacerse una idea de cuán vigilado estaba Hitler en su fortaleza de Berchtesgaden, su refugio alpino de Baviera conocido como el Nido de las Águilas. Los espías, entre los que había agentes checoslovacos y polacos, consiguieron retratar la vida rutinaria del Führer con datos que contradicen la imagen de un hombre de costumbres espartanas y obsesionado por su seguridad personal. Nada de eso. Según los documentos, Hitler no se levantaba antes de las nueve o las diez de la mañana, y, después de una corta visita a su barbero personal, daba un paseo al aire libre antes de su habitual desayuno de té con leche y tostadas.

El paseo matinal brindaba la oportunidad de poner en acción a al menos dos francotiradores agazapados entre la espesura del bosque. Como las instrucciones de Hitler a sus guardaespaldas -que nunca fueran vistos cumpliendo su trabajo- eran cumplidas al pie de la letra, la silueta del líder del nazismo ofrecía un blanco fácil. El desayuno daba otras no menos letales posibilidades. Los británicos habían tramado el envenenamiento del agua para el té con un misterioso preparado químico denominado Código Uno, que actuaría sin despertar sospechas.

También se barajó una operación combinada: un bombardeo aéreo contra el Nido de las Águilas para destruir sus defensas -murallas y alambradas custodiadas por mastines-, seguido de un ataque de unidades paracaidistas. "Los 260 hombres a cargo de la seguridad de Hitler no habrían ofrecido mayor resistencia", se asegura en uno de los documentos. También se barajó la voladura de un túnel al paso del convoy de Hitler, en caso de que éste se salvara de una andanada de fusilería en el trayecto.

Agentes al servicio de las potencias aliadas intentaron asesinar a Hitler en 1944 mediante la colocación de una bomba en su cuartel general alpino. No se sabe si el fracaso de esa operación desanimó a Churchill y si por esa razón los planes se quedaron para siempre en el papel. Pero lo cierto es que, en la preparación de su estrategia contra Hitler, los espías británicos adquirieron torrentes de información sobre su vida cotidiana. "Adoraba el té", escribió un agente. "Siempre vertía primero la leche".

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